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diciembre 6, 2024 5:24 pm

Micromovilidad eléctrica: un paso hacia el futuro sostenible del delivery en Santiago

Vehículos de dos ruedas como bicicletas, motocicletas y motos mosquito son los preferidos por las y los repartidores.

Por: Equipo Mercados Inmobiliarios

En los últimos diez años, Santiago ha sido testigo de un crecimiento explosivo en el sector del delivery, impulsado por plataformas digitales como Uber, PedidosYa, Rappi y Justo.

Este fenómeno ha transformado la forma en que las personas acceden a bienes y servicios, consolidando la micromovilidad como un elemento central de la economía urbana. Vehículos de dos ruedas como bicicletas, motocicletas y motos mosquito son los preferidos por las y los repartidores.

Sin embargo, estas últimas, conocidas por su alto nivel de emisiones contaminantes y ruidos, han generado preocupación por sus impactos negativos en el medio ambiente y la calidad de vida en la ciudad.

Las bicicletas eléctricas (BE) se perfilan como una solución viable para revolucionar el sector del delivery. No obstante, su costo inicial más alto respecto a las motos mosquito dificulta su adopción entre los repartidores, quienes en su mayoría cuentan con ingresos limitados y variables.

Programas como Mi Bici Eléctrica, liderados por la Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE), han demostrado que el cofinanciamiento puede facilitar la transición hacia tecnologías más limpias. Experiencias recientes, desarrolladas entre 2023 y 2024, evidencian un impacto significativo en los repartidores que adoptaron las BE, quienes lograron reducir sus costos operativos mensuales de $54.000, por combustible, a solo $2.500 en carga de baterías, generando un ahorro anual de $618.000.

El acceso a un financiamiento adecuado también debe acompañarse de mejoras en la infraestructura urbana. La construcción de ciclovías seguras, estaciones de carga y áreas de estacionamiento dedicadas son fundamentales para promover un uso masivo y seguro de las BE. Adicionalmente, la participación de la banca puede ser clave en este proceso, mediante la creación de líneas de crédito preferenciales, microfinanciamiento o leasing, que permitan a los repartidores superar las barreras económicas y acceder a estas tecnologías.

Modernizando la regulación para un transporte más inclusivo

El marco normativo chileno necesita ajustarse a los desafíos de la micromovilidad. Aunque la Ley de Tránsito establece límites de velocidad y potencia para las bicicletas eléctricas, la fiscalización de vehículos como las motos mosquito sigue siendo insuficiente, pese a que su comercialización está prohibida.

Es imprescindible actualizar las regulaciones, incluyendo la homologación de las BE, certificaciones para estaciones de carga y una reevaluación de las potencias máximas permitidas. Asimismo, la colaboración entre los sectores público y privado resulta esencial para garantizar estándares que aseguren la seguridad vial y promuevan la convivencia armónica entre distintos medios de transporte.

La micromovilidad eléctrica no solo representa una herramienta de trabajo, sino una respuesta integral a problemas económicos, sociales y ambientales. Desde el punto de vista económico, las BE ofrecen una reducción sustancial en los costos operativos de las y los repartidores, además de mejorar su calidad de vida y oportunidades laborales.

En términos sociales, estas tecnologías promueven la inclusión laboral dentro de la economía colaborativa, beneficiando especialmente a sectores vulnerables como migrantes que enfrentan barreras en el mercado laboral tradicional. A nivel ambiental, la electromovilidad contribuye a la disminución de la contaminación y los ruidos urbanos, impactando positivamente la salud pública y la habitabilidad de las ciudades.

Por último, las BE fomentan estilos de vida más saludables y activos, tanto para quienes las utilizan como para las comunidades en general. Santiago tiene la oportunidad de convertirse en un referente en micromovilidad sostenible, demostrando que un modelo urbano más inclusivo, eficiente y respetuoso con el medio ambiente es posible. Apostar por la micromovilidad eléctrica no solo implica avanzar hacia un futuro más sostenible, sino también fortalecer el compromiso con el bienestar de sus habitantes y el cuidado del planeta.

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