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mayo 28, 2025 7:46 pm

Un hospital en construcción y una ciudad que empieza a cambiar

En el corazón del sur de Chile, Puerto Varas se prepara para recibir un hospital largamente esperado. Pero no sólo traerá salud: cambiará la forma de vivir, trabajar y alojarse en la ciudad.

Por: Equipo Mercados Inmobiliarios

En una colina al borde del crecimiento urbano de Puerto Varas, entre maquinaria pesada, obreros en faena y la humedad constante del sur chileno, comienza a erigirse un hospital. No es cualquier obra: para una ciudad que hasta ahora ha vivido a la sombra de Puerto Montt —el gran nodo urbano de la Región de Los Lagos—, este proyecto representa mucho más que infraestructura sanitaria. Significa un cambio profundo en el mapa de prioridades, flujos humanos y oportunidades económicas.

Aún en fase de construcción, el nuevo hospital de Puerto Varas ya proyecta su sombra sobre la vida cotidiana. Tendrá 190 camas, ocho quirófanos y 42 boxes de atención. Su diseño busca no solo resolver parte de la sobrecarga crónica del sistema público de salud, sino también ofrecer atención digna y cercana a miles de personas que, hasta hoy, deben recorrer largas distancias y esperar hasta 12 horas en urgencias saturadas.

“La realidad de nuestros vecinos es que no pueden hospitalizarse o atenderse en su propia ciudad”, afirma Tomás Gárate Silva, alcalde de Puerto Varas. “El tiempo que se retrasa la atención médica afecta directamente la calidad de vida. Este hospital es fundamental para cambiar esa historia”.

Una región dispersa, una necesidad central

La geografía del sur de Chile, con lagos, fiordos y cordilleras, impone sus propias reglas. En comunas como Frutillar, Llanquihue o Cochamó, el acceso a centros de salud complejos requiere horas de viaje. Aunque Puerto Montt funciona como capital regional y eje sanitario, la demanda supera su capacidad.

Juan Fernando Alvarado Soto, seremi del Ministerio de Obras Públicas en la Región de Los Lagos, explica que la magnitud del proyecto responde a una realidad evidente: “No es sólo Puerto Varas. Este hospital permitirá descongestionar otros centros y facilitar el acceso a salud a toda la zona. Es una obra que realmente cambia vidas”.

La inversión, respaldada por el Ministerio de Obras Públicas, el Gobierno Regional y el Servicio de Salud, se acompaña de una coordinación inédita entre estamentos públicos. Pero lo más interesante es quizás el efecto dominó que ya empieza a activarse más allá del sector sanitario.

Renta corta, una tendencia en expansión

A pocas cuadras del lugar donde se levantan las futuras salas de cirugía, Álvaro Ríos mira el horizonte con una mezcla de optimismo y cálculo. Es CEO de Welcome Inn Chile, una empresa local dedicada a gestionar alojamientos temporales —o “renta corta”— en distintas comunas de la Región de Los Lagos.

Su negocio nació enfocado en el turismo, pero hoy se adapta a un nuevo tipo de visitante: pacientes que deben asistir a exámenes, tratamientos o controles médicos, y familiares que viajan para acompañarlos. La salud, para Ríos, también mueve camas —aunque no sean hospitalarias.

“Vemos que la construcción del hospital traerá profesionales de la salud que se instalarán en la ciudad, pero también usuarios que vendrán por períodos breves. Personas que antes debían quedarse en Puerto Montt ahora lo harán aquí, en Puerto Varas”, explica. “Para ellos, la renta corta ofrece soluciones prácticas, humanas y accesibles”.

Según Ríos, ya trabajan en adaptar su oferta a esta nueva demanda: alojamientos con acceso sencillo, estancias flexibles, incluso servicios que ayuden a personas con movilidad reducida. “No se trata de competir con la hotelería tradicional, sino de llenar un vacío que hoy nadie cubre bien: el alojamiento vinculado a la salud”.

En ciudades como Santiago o Valdivia, esta lógica ya se ha instalado, con clínicas privadas y hospitales públicos que generan micromercados de arriendos por días o semanas. Ahora es el turno del sur.

Urbanismo social: la ciudad que se transforma

La construcción del hospital coincide con un momento en que Puerto Varas vive una tensión entre su vocación turística y su crecimiento demográfico. Los residentes enfrentan un alza en el costo de la vivienda, y muchos se trasladan a sectores periféricos. Al mismo tiempo, se multiplican los emprendimientos que intentan encontrar un espacio entre lo local y lo global.

“La ciudad está cambiando. Lo vemos en el transporte, en la presión sobre servicios, en la manera en que se habita”, dice el alcalde Gárate. “El hospital puede y debe ser un núcleo integrador, un punto de equilibrio para ese cambio”.

En efecto, en torno a esta obra se abren nuevas preguntas: ¿cómo afectará al mercado inmobiliario? ¿Qué tipo de urbanismo puede acompañar esta expansión? ¿Habrá servicios adecuados para los nuevos profesionales que llegarán con el hospital?

Para algunos, como Álvaro Ríos, las respuestas pasan por la colaboración público-privada. “Nosotros podemos contribuir desde nuestra experiencia. Hay una oportunidad para desarrollar soluciones que beneficien a quienes más lo necesitan, con dignidad y eficiencia”.

Más que salud

El hospital de Puerto Varas aún no abre sus puertas, pero ya es un símbolo. No sólo de progreso, sino de la posibilidad de que las ciudades pequeñas también tengan un rol estratégico en el sistema de salud. Su impacto no se medirá sólo en camas ocupadas o cirugías realizadas, sino en cómo transforma el modo de vivir y habitar un territorio.

Desde la maquinaria que excava el terreno hasta los proyectos de alojamiento que se adaptan a nuevos públicos, todo parece girar en torno a la idea de cuidado: cuidar a los pacientes, cuidar a quienes los acompañan, y cuidar una ciudad que empieza a construir no sólo un hospital, sino un futuro más digno.

Los parques de “bolsillo” y su importancia en el entorno urbano

Por: Eduardo Ricci Burgos, Abogado de Negocios en COHLER & PARTNER

¿Qué tan lejos está el parque más cercano a tu casa o trabajo? Con excepción de algunas ciudades, lo más probable es que la respuesta sea “10 minutos o más”, si tienes suerte. Y es que la mayoría de las zonas urbanas del mundo presentan importantes déficits de espacios públicos recreacionales como plazas y parques. Este problema nos afecta de muchas formas, pues limita nuestra capacidad de interactuar con miembros de las comunidades en las que vivimos, descansar de recorridos diarios, o simplemente disfrutar de la naturaleza.

Una alternativa que ha ganado popularidad en Latinoamérica en la última década es la reconversión de espacios sub-utilizados o incluso en desuso en áreas recreacionales. Los parques de bolsillo son una propuesta innovadora que propone la generación de espacios públicos a partir del reciclaje de remanentes de ciudad que usualmente son relativamente pequeños y se encuentran en terrenos abandonados, en mal estado, o incluso incómodamente ubicados en la trama urbana. 

El origen de estos parques de bolsillo se puede rastrear hasta la década de los 60 en Harlem, Nueva York.

En Santiago de Chile el primer parque de bolsillo (plaza de bolsillo) fue creado junto al Palacio La Moneda en calle Morandé el año 2016.​ Fue una iniciativa del Departamento de Arquitectura del Ministerio de Infraestructura Pública del Gobierno Regional de Santiago.

Diferentes ciudades y organizaciones han establecido sus propias definiciones de parques de bolsillo para garantizar que puedan ser regulados y reproducidos ordenadamente. En Chile, incluso, se han empezado a institucionalizar y diferenciar las plazas de bolsillo, las cuales siguen el mismo principio pero hacen un énfasis particular en la temporalidad del equipamiento (y el mobiliario) ya que éste podría ser trasladado a otros espacios, una vez se consolida la plaza y se hace permanente.

Un parque de bolsillo (pocket park en inglés) es un parque pequeño accesible al público general. Los parques de bolsillo muchas veces son creados en un terreno urbano vacante o en terrenos pequeños irregulares. También pueden ser creados como componente del requisito espacial público de proyectos de edificios grandes.

Un jardín de bolsillo es “un pequeño espacio vegetado situado entre parcelas urbanizadas, creando un enclave de vida vegetal en un entorno citadino”.

Los parques de bolsillo son un concepto reciente, creado de la necesidad de las grandes ciudades de tener espacios verdes. Estos son espacios libres con una modalidad vecinal, que cuentan con un área inferior a 1000 m2. Estos parques están destinados fundamentalmente para la recreación de los niños y de las personas de la tercera edad. Muchas veces estos parques son construidos en pequeños predios incluso en azoteas de edificios abandonados, patios de gobierno, etc.

A pesar de las diferentes interpretaciones, existen una serie de elementos básicos que son comunes en todas las versiones de los parques de bolsillo:

1. Ubicación: Los parques de bolsillo se caracterizan más que nada por estar emplazados en terrenos baldíos, abandonados, callejones, remanentes viales o espacios similares que, además, son usualmente públicos.

2. Tamaño: Estos espacios públicos son relativamente pequeños con respecto a los parques y plazas tradicionales. La Asociación de Recreación y Parques Nacionales de los Estados Unidos (NRPA por sus siglas en inglés) estima que el área promedio es de 1000 metros cuadrados, sin embargo, pueden ser mucho más pequeños y ocupar lo mismo que un una sala de una casa o un jardín.

3. Equipamiento: El foco de estos espacios es activar dinámicas urbanas, por lo tanto, el mobiliario debe facilitar las actividades de interacción de su contexto inmediato, ya sea para facilitar reuniones de vecinos y foros en zonas residenciales, bancas y mesas en zonas de oficina que inviten a los trabajadores a hacer vida pública, y/o juegos para niños.

4. Costo: Una de las grandes ventajas de los parques de bolsillo es su posibilidad de ser de bajo presupuesto porque no implican la adquisición de grandes parcelas ni de una gran cantidad de mobiliario.

La necesidad de estos parques para una ciudad con problemas de sobrepoblación es cada día más notorio. Ya que es una manera en la cual se puede aprovechar todos los espacios urbanos y brindar mejor calidad de vida a la comunidad. Las características que debe de poseer un parque público de bolsillo son muy simples. Debe de ser visible desde cualquier calle, ser un espacio amigable, contar con caminos, cerca del transporte público y sociable.

La clave para un jardín de bolsillo es la capacidad de crear una comunidad de plantas en un espacio pequeño pero diverso. No tienen un tamaño fijo, siempre y cuando maximicen la biodiversidad en el espacio disponible estos jardines se pueden intalar en:

  • Espacios intersticiales en la ciudad.
  • Terrazas, azoteas o balcones.
  • Patios en viviendas, comercios o industrias.
  • Enclaves urbanos públicos, denominados ‘parques públicos de bolsillo’.

Plantas de bajo consumo hídrico como el algarrobo, espino, quillay, maitén y huingán, entre otros, utilizando el método Miyawaki, el que consiste en utilizar terrenos baldíos y plantarlos densamente con una gran variedad de plantas de semillero nativos, para luego, a largo plazo, dejarlos crecer con el mínimo de intervención.

Estos pequeños espacios verdes están convirtiéndose en importantes espacios de biodiversidad en áreas urbanas densamente pobladas y presentan la virtud de colindar de manera inmediata con las comunidades de la ciudad.

la importancia de hacer bosques urbanos por distintos factores, desde el lado ecológico es crucial ya que genera hábitat para la biodiversidad de fauna y flora en la ciudad. Sumado a lo anterior, presenta un beneficio mucho más directo para aquellas personas que rodean estos bosques, puesto que bajan las temperaturas locales drásticamente, al incrementarse el nivel de árboles alrededor.

Tener más y mejores espacios públicos aumenta nuestra calidad de vida dentro de las ciudades, brindando lugares para satisfacer nuestro derecho a la recreación, ya sea en términos de actividad física como los deportes y juegos, o de reposo y contemplación. Cuando estos beneficios dejan de estar únicamente concentrados en algunas pocas parcelas regadas por la ciudad para empezar a formar un sistema de espacios públicos de diferentes escalas que sea accesible para todos los habitantes, se genera un valor agregado adicional.

La proliferación de parques de bolsillo permite que haya más gente conviviendo en el ámbito público a todas horas y en todos los rincones de la ciudad, lo cual está asociado con reducción de índices de violencia e inseguridad porque es menos frecuente que los delincuentes actúen en presencia de muchos testigos.

Los parques de bolsillo, además, nos ayudan como sociedad a hacer recorridos más humanos y más amigables para el peatón. Nos dan opciones de cómo y dónde pasar nuestro tiempo libre dentro de la ciudad, facilitando el encuentro entre vecinos y promoviendo la construcción de capital social.

Las ciudades tienen opciones muy limitadas para generar nuevos espacios públicos recreacionales dentro de la mancha urbana y, en este sentido, los parques de bolsillo son una gran opción para aprovechar hasta la última esquina.

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