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octubre 4, 2024 11:56 pm

PRONTO

Mirando el desarrollo inmobiliario para adultos mayores en Chile

El envejecimiento poblacional en Chile ha puesto en relieve una creciente necesidad de infraestructura que atienda las demandas de los adultos mayores, quienes representan un porcentaje cada vez mayor de la población.

Este fenómeno plantea un desafío para el sector inmobiliario, especialmente en cuanto a la creación de casas residenciales que cumplan con los estándares de calidad y accesibilidad necesarios. Si bien existen avances en el desarrollo de este tipo de viviendas, los obstáculos que enfrenta el sector no son menores y requieren un enfoque integral.

Uno de los principales problemas es la falta de oferta suficiente para satisfacer la demanda de la población mayor. Chile está experimentando un acelerado envejecimiento, y se estima que para el 2050 más del 30% de los ciudadanos superará los 60 años.

Esto significa que la necesidad de viviendas adaptadas y residencias de largo plazo para adultos mayores está en auge, pero la oferta sigue siendo limitada, especialmente en áreas más vulnerables o rurales. Las familias chilenas con menos recursos suelen encontrar dificultades para acceder a soluciones de vivienda adecuadas para sus seres queridos.

En este contexto, el costo de las residencias también se erige como una barrera significativa. Las opciones privadas, aunque ofrecen altos estándares en muchos casos, suelen ser prohibitivamente caras para la mayoría de los adultos mayores que dependen de pensiones limitadas. Esto deja a una buena parte de la población excluida de acceder a cuidados especializados, mientras que las residencias públicas o con subvenciones estatales no cuentan con la cantidad de cupos suficientes para cubrir la demanda.

La regulación de este sector es otro aspecto crucial que ha generado preocupación en torno a la calidad de los servicios ofrecidos. Si bien existen normativas, han surgido casos de negligencia en el cuidado de los adultos mayores en algunas residencias. Asegurar una regulación más estricta y eficaz en cuanto a las condiciones de las residencias es vital para garantizar la dignidad y el bienestar de quienes habitan en ellas.

Asimismo, la planificación de estos desarrollos inmobiliarios enfrenta el desafío de adaptarse a las diversas necesidades de los adultos mayores. No todos requieren el mismo nivel de atención; algunos necesitan cuidados médicos permanentes, mientras que otros buscan vivir de manera más independiente con acceso a servicios recreativos y sociales. Las residencias deben ser capaces de ofrecer soluciones diversificadas para cubrir este amplio espectro de requerimientos.

Por último, la integración de estas residencias en la comunidad es otro punto clave que muchas veces no se considera lo suficiente. Crear espacios que no solo cuiden físicamente a los adultos mayores, sino que también fomenten su participación activa en la vida social es fundamental para evitar el aislamiento, un riesgo que afecta gravemente a esta población.

MIrando el desarrollo inmobiliario orientado a adultos mayores en Chile debe enfrentar una serie de desafíos importantes. Si bien la demanda de este tipo de viviendas seguirá creciendo, es fundamental que se implementen políticas públicas que promuevan una mayor oferta de residencias accesibles, con regulaciones adecuadas y servicios de calidad que respondan a las necesidades específicas de los adultos mayores.

Solo así se logrará mejorar su calidad de vida y asegurar un futuro digno para esta población en constante expansión.

Cómo conectan el auge minero y el mercado inmobiliario

El sector minero ha sido históricamente uno de los pilares fundamentales de la economía chilena, posicionando al país como uno de los mayores exportadores de cobre en el mundo.

Sin embargo, lo que muchas veces se pasa por alto es el impacto indirecto que esta industria tiene sobre otras áreas, como el mercado inmobiliario. En regiones mineras del norte de Chile, como Antofagasta, Atacama y Tarapacá, el crecimiento urbano y la demanda de viviendas han estado intrínsecamente ligados al desempeño del sector minero, creando una relación de interdependencia entre ambas industrias.

El auge minero, impulsado por los altos precios internacionales de los minerales, ha generado una fuerte demanda de viviendas en ciudades como Antofagasta, que ha experimentado una expansión considerable en las últimas décadas.

La llegada de trabajadores mineros y sus familias, junto con un contingente de técnicos, proveedores de servicios y otros profesionales relacionados con la minería, ha elevado la demanda de propiedades tanto para venta como para arriendo. Esto, a su vez, ha transformado el mercado inmobiliario local, impulsando desarrollos residenciales y proyectos comerciales en áreas que, en otras circunstancias, hubieran permanecido sin mucho desarrollo.

Los sueldos en la minería también han jugado un papel crucial en este fenómeno. Los altos ingresos de los trabajadores mineros aumentan su poder adquisitivo, lo que lleva a una demanda por propiedades de mayor calidad y valor.

Como resultado, en ciudades mineras han florecido desarrollos inmobiliarios de alta gama, adaptándose a este perfil de consumidor. Sin embargo, el ciclo económico de la minería también es notoriamente volátil. Así, en épocas de caída en los precios del cobre o del mercado internacional de minerales, se observan ajustes y hasta contracciones en el mercado inmobiliario, afectando los precios de venta y de arriendo, e incluso generando sobreoferta de viviendas en algunas zonas.

El crecimiento del mercado inmobiliario en las regiones mineras no se ha limitado solo al desarrollo de viviendas. El auge de la minería ha sido un motor para la expansión de la infraestructura urbana en general. Centros comerciales, oficinas y otras edificaciones comerciales han emergido para atender las necesidades de una población en expansión.

Pero este crecimiento ha venido acompañado de desafíos, particularmente en términos de sostenibilidad ambiental y calidad de vida. La rápida expansión urbana ha generado presión sobre los recursos naturales y ha obligado a los desarrolladores inmobiliarios a adoptar normativas ambientales más estrictas, además de responder a las demandas sociales por espacios públicos, áreas verdes y mejoras en la infraestructura de servicios.

Uno de los grandes desafíos del vínculo entre la minería y el mercado inmobiliario es la volatilidad inherente a la primera. Los ciclos de bonanza minera llevan a una fuerte demanda de viviendas y, en consecuencia, a aumentos significativos en los precios de las propiedades.

Sin embargo, cuando los precios de los minerales, en especial el cobre, caen, el mercado inmobiliario de las ciudades mineras tiende a ajustarse, afectando la capacidad de inversión y el valor de los activos. Este ciclo se ha repetido históricamente, poniendo de manifiesto la importancia de diversificar las economías regionales y de no depender exclusivamente de la minería para sostener el desarrollo inmobiliario.

El vínculo entre el sector minero y el mercado inmobiliario en Chile es indudablemente estrecho. La minería no solo genera empleos e impulsa el crecimiento económico, sino que también moldea el desarrollo urbano y la expansión inmobiliaria en las regiones del norte. Sin embargo, este vínculo viene acompañado de desafíos importantes, como la volatilidad del ciclo minero y los crecientes problemas ambientales que genera la expansión urbana.

En un escenario ideal, las regiones mineras deberían apostar por un desarrollo sostenible, buscando equilibrar el crecimiento inmobiliario con la conservación ambiental y la diversificación económica. Solo así se podrá garantizar un desarrollo armónico y sostenible a largo plazo, tanto para el sector inmobiliario como para las comunidades locales.

El tren como símbolo de progreso

El transporte ferroviario, más allá de ser un medio de movilización eficiente, ha demostrado ser un motor esencial para el desarrollo económico y social de cualquier país.

En Chile, un territorio con más de 4,200 kilómetros de longitud y una geografía tan diversa como desafiante, la importancia de un sistema ferroviario robusto se vuelve aún más evidente. Este medio de transporte no solo promueve la conectividad y el comercio, sino que también juega un papel crucial en la reducción de emisiones de gases contaminantes, haciendo posible una transición hacia un desarrollo más sustentable y eficiente.

Históricamente, el tren ha sido un protagonista del desarrollo nacional. Desde su primera línea entre Copiapó y Caldera en 1851, el transporte ferroviario no solo facilitó la extracción de minerales y la expansión económica, sino que también fue un símbolo de modernidad.

Durante el siglo XX, la red ferroviaria se extendió por gran parte del país, conectando ciudades y comunidades rurales, y permitiendo un flujo continuo de personas y mercancías. Sin embargo, la segunda mitad del siglo XX y las décadas siguientes vieron un declive significativo en su uso y desarrollo, producto de la expansión del transporte por carretera y la falta de inversiones.

A pesar de este retroceso histórico, en los últimos años ha habido un renovado interés en revitalizar el transporte ferroviario en Chile. Un hito reciente es el Plan Nacional de Ferrocarriles, anunciado por el presidente Gabriel Boric, que busca invertir más de 7 mil millones de dólares en infraestructura ferroviaria para el año 2027.

Este plan no solo aspira a modernizar la red existente, sino también a expandirla, integrando nuevas rutas que conecten zonas productivas con centros urbanos, y promoviendo el uso del tren como una alternativa viable y sostenible al transporte por carretera.

El impacto potencial de este proyecto es inmenso. Por ejemplo, la creación de una línea de tren entre Santiago y Valparaíso, una de las rutas más transitadas del país, no solo mejoraría la movilidad de los habitantes, sino que también reduciría el congestionamiento vehicular y las emisiones de carbono.

Además, la modernización del ferrocarril en el sur de Chile, con la extensión de la red Biotren y el servicio a regiones como Los Ríos y Los Lagos, permitiría una mayor integración de estas zonas con el resto del país, fomentando el turismo y el desarrollo económico local.

Otro aspecto relevante es el impulso al transporte de carga. En un país donde la minería es uno de los principales motores económicos, contar con un sistema ferroviario eficiente para el transporte de productos minerales y agrícolas es fundamental.

Actualmente, cerca del 95% de las exportaciones chilenas se transportan por carretera, lo que no solo genera altos costos logísticos, sino también un impacto ambiental significativo. Un transporte ferroviario eficiente podría reducir estos costos y ofrecer una alternativa más ecológica.

Los beneficios ambientales del tren son indiscutibles. A diferencia del transporte por carretera, el ferroviario emite significativamente menos CO₂ por tonelada-kilómetro. En un contexto donde Chile se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050, la promoción del tren como un medio de transporte principal es un paso crucial. Invertir en infraestructura ferroviaria no solo significa mejorar la eficiencia del transporte, sino también avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible.

No obstante, el resurgimiento del transporte ferroviario enfrenta desafíos considerables. La falta de infraestructura moderna, la competencia con el transporte por carretera y las limitaciones presupuestarias son barreras que deben superarse. Sin embargo, los beneficios a largo plazo, tanto económicos como ambientales, justifican plenamente la inversión y el esfuerzo.

El transporte ferroviario en Chile no es solo una cuestión de movilidad, sino un pilar fundamental para el desarrollo económico, social y ambiental del país. Apostar por una red ferroviaria moderna y eficiente es invertir en el futuro de Chile, promoviendo un crecimiento más equitativo y sostenible. Con una visión estratégica y un compromiso a largo plazo, es posible que el tren vuelva a ser ese símbolo de progreso y desarrollo que alguna vez representó para el país.

Reformas Laborales y su impacto en el sector inmobiliario

En los últimos años, el mercado laboral chileno ha sido testigo de una serie de reformas significativas que buscan mejorar las condiciones de trabajo y, en consecuencia, la calidad de vida de los trabajadores.

Estas reformas, que abarcan desde la reducción de la jornada laboral hasta el fortalecimiento de los beneficios de seguridad social, también tienen un impacto directo en el sector inmobiliario, un rubro que depende en gran medida de la estabilidad y satisfacción de su fuerza laboral.

Uno de los cambios más destacados es la Ley de 40 horas, que reducirá gradualmente la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales en un plazo de cuatro años. Esta modificación, aunque parece simple, representa un desafío y una oportunidad para las empresas inmobiliarias.

La reducción de horas laborales puede significar, por un lado, la necesidad de ajustar horarios y reestructurar equipos para mantener la eficiencia y productividad. Sin embargo, también puede resultar en una mejora en la calidad de vida de los trabajadores, promoviendo un entorno laboral más saludable y, potencialmente, una mayor satisfacción y compromiso con la empresa.

Esta ley no solo busca armonizar la vida laboral y personal de los trabajadores, sino que también puede tener repercusiones en la demanda de vivienda. Una jornada laboral más corta podría incentivar a más personas a buscar propiedades en comunas que ofrezcan mejor calidad de vida, con más tiempo disponible para disfrutar de sus hogares y familias. Para el sector inmobiliario, esto significa un cambio en las preferencias de los compradores, quienes podrían valorar más la proximidad a áreas verdes, la seguridad y los servicios comunitarios.

Otra reforma relevante es el fortalecimiento del Seguro de Cesantía, que flexibiliza los requisitos para acceder a las prestaciones y mejora la cobertura para quienes pierdan su empleo. En un sector donde la incertidumbre económica puede impactar fuertemente la demanda de vivienda, esta red de seguridad proporciona un alivio no solo para los trabajadores, sino también para el mercado inmobiliario en general.

Con un seguro de cesantía más robusto, se reduce el riesgo de incumplimiento de pagos y deudas por parte de los trabajadores, lo que estabiliza la capacidad de pago y, en consecuencia, la salud financiera del mercado.

Por otro lado, la reforma también introduce disposiciones para la flexibilidad laboral, especialmente para aquellos con responsabilidades de cuidado, como padres de menores de 14 años. Esta medida, que permite ajustes temporales en los horarios de trabajo, es particularmente relevante para las empresas inmobiliarias, que suelen tener horarios rígidos y exigencias de tiempo intensivas.

Adaptarse a estos nuevos tiempos no solo ayudará a retener talento, sino que también mejorará la imagen del sector como empleador.

El impacto de estas reformas no se limita solo a la operación interna de las empresas inmobiliarias. La demanda de ciertos tipos de propiedades también se verá afectada. La creciente flexibilidad laboral puede llevar a un aumento en la demanda de viviendas que permitan el teletrabajo, con espacios adaptados para oficinas en casa y mejor conectividad digital. Además, la estabilidad financiera proporcionada por un sistema de seguridad social más fuerte podría traducirse en una mayor confianza para invertir en bienes raíces, tanto por parte de compradores locales como de extranjeros.

En resumen, las reformas laborales actuales no son solo un cambio en las condiciones de trabajo, sino un verdadero catalizador de transformación para el sector inmobiliario chileno. Las empresas deben prepararse para adaptarse a un nuevo escenario donde la calidad de vida de sus trabajadores será un factor determinante en su éxito. Por su parte, los inversionistas deben estar atentos a los cambios en las preferencias y demandas del mercado, aprovechando las oportunidades que estos nuevos tiempos traen consigo.

Estas reformas nos recuerdan que el bienestar de los trabajadores y la estabilidad del mercado inmobiliario están intrínsecamente conectados, y que un mercado laboral saludable es la base para un crecimiento sostenible en cualquier sector.

¿Es el momento adecuado para invertir en una vivienda en Chile?

El mercado inmobiliario en Chile está viviendo un momento clave, y la pregunta que muchos se hacen es si este es el mejor momento para invertir en una casa o departamento. La respuesta, como en muchas decisiones financieras, depende de una serie de factores, desde el contexto económico global hasta las políticas internas y las tasas de interés.

Desde el año 2023, Chile ha experimentado una estabilización en los precios de las viviendas, en parte debido a la baja actividad económica post-pandemia y al aumento de las tasas de interés.

Según un informe de la Cámara Chilena de la Construcción, en 2023 el crecimiento en la demanda de viviendas nuevas disminuyó un 30% en relación a años anteriores, lo que generó una mayor oferta y estabilización en los precios de propiedades en algunas regiones del país.

Santiago y Valparaíso, por ejemplo, vieron una leve desaceleración en el alza de los precios de los departamentos .

A nivel de tasas de interés, el Banco Central ha mantenido una política de alza para contener la inflación, lo que ha impactado directamente en los créditos hipotecarios. Actualmente, la tasa promedio para un crédito hipotecario en Chile ronda el 5,5% , una cifra considerablemente más alta que en años anteriores, lo que encarece los financiamientos. Sin embargo, se proyecta una baja en estas tasas a medida que la inflación se controle hacia 2025, lo que podría abrir oportunidades para quienes deseen refinanciar sus créditos en el futuro.

Para los inversionistas, este puede ser un momento de oportunidades, sobre todo en sectores que históricamente han sido demandados y que hoy ven una menor presión por parte de compradores, como es el caso de algunas comunas de la Región Metropolitana, entre ellas Ñuñoa, Providencia y Santiago Centro, donde los precios han mostrado señales de desaceleración. De hecho, algunos estudios señalan que el valor del metro cuadrado en estas comunas ha tenido una leve caída durante el primer semestre de 2024 .

Otro aspecto interesante del mercado es el de las viviendas usadas. En este segmento, los precios no han crecido de la misma forma que en las propiedades nuevas, ofreciendo oportunidades atractivas para quienes buscan invertir a menor costo inicial. Según cifras del portal inmobiliario TocToc, los valores de las viviendas usadas en Santiago han crecido solo un 2% en promedio durante los últimos dos años, comparado con el 6-8% de las viviendas nuevas .

A nivel de políticas públicas, el Gobierno de Gabriel Boric ha puesto énfasis en la construcción de viviendas sociales y en el apoyo a las familias para acceder a subsidios habitacionales. Estas políticas, aunque enfocadas en sectores vulnerables, podrían tener un efecto positivo en el mercado inmobiliario a largo plazo, incentivando la construcción y dinamizando el sector .

En resumen, si bien las tasas de interés actuales son un freno para algunos compradores, el mercado inmobiliario en Chile ofrece oportunidades interesantes para quienes están bien posicionados financieramente o quienes pueden esperar una baja en las tasas en los próximos años. La estabilización de los precios, la desaceleración en algunas comunas clave, y la proyección de una baja en las tasas hacia 2025 hacen que este sea un momento estratégico para evaluar la inversión en vivienda.

Para los más arriesgados, puede ser la oportunidad de comprar a precios más competitivos antes de que el mercado vuelva a acelerarse. Sin embargo, es importante analizar cada caso individualmente y considerar factores como la ubicación, el tipo de propiedad y las proyecciones de crecimiento de cada área.

Relevancia de los Subsidios de Arriendo para familias vulnerables en Chile

En Chile, la problemática de acceso a una vivienda digna ha sido una constante para las familias más vulnerables. Ante los elevados costos de arrendar una vivienda en zonas urbanas y la creciente demanda en las grandes ciudades, los subsidios para arriendos se han convertido en una herramienta fundamental para mitigar el impacto de la crisis habitacional y ofrecer soluciones habitacionales a quienes más lo necesitan.

Estos subsidios, promovidos por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), están diseñados para facilitar el acceso a viviendas dignas en un mercado donde los precios suelen estar fuera del alcance de las familias de bajos ingresos. Estos programas permiten que las personas seleccionadas reciban un aporte económico que cubre una parte significativa del arriendo, brindándoles estabilidad y seguridad en un contexto de incertidumbre económica.

Uno de los principales beneficios de estos subsidios es su flexibilidad. Las familias pueden optar por arrendar en cualquier región del país, lo que les permite elegir ubicaciones que mejor se adapten a sus necesidades, ya sea en términos de empleo, educación o cercanía a familiares. Esto resulta especialmente valioso en zonas donde el precio del suelo ha experimentado un incremento constante, como Santiago, Valparaíso y otras ciudades metropolitanas.

Además de ofrecer alivio financiero, los subsidios de arriendo fomentan la movilidad social y geográfica. Las familias vulnerables, que de otro modo estarían limitadas a vivir en zonas periféricas con menor acceso a servicios públicos y oportunidades laborales, pueden arrendar en áreas mejor conectadas y con mayores oportunidades de desarrollo económico. Esto no solo mejora su calidad de vida, sino que también contribuye a una mejor integración social.

Sin embargo, estos subsidios también enfrentan desafíos. La alta demanda de viviendas y la limitada oferta de propiedades en arriendo adecuadas y accesibles para las familias subsidiadas a menudo crea tensiones en el mercado. En ciudades como Santiago, la oferta de viviendas para arriendo subsidiado es baja en comparación con la demanda, lo que puede dificultar el acceso real de las familias a este beneficio. Además, en algunas ocasiones, propietarios prefieren no arrendar a familias con subsidio, generando una discriminación implícita.

Por otro lado, los subsidios de arriendo no abordan de manera estructural la falta de viviendas, ya que no generan nuevas unidades habitacionales, sino que solo facilitan el acceso al mercado existente. A largo plazo, se requiere una política habitacional más amplia que integre la construcción de viviendas sociales y la creación de mecanismos para incentivar la oferta de viviendas asequibles.

Los subsidios de arriendo en Chile son un pilar esencial para garantizar el derecho a la vivienda de las familias más vulnerables. Aunque presentan desafíos y limitaciones, su implementación ha sido crucial para enfrentar la creciente crisis habitacional del país. Sin embargo, para que estos programas logren su máximo impacto, es necesario que vayan de la mano con políticas públicas que fomenten la construcción de viviendas asequibles y promuevan la inclusión social en las zonas urbanas más dinámicas del país.

La disrupción de las Fintech en el modelo bancario tradicional o una Nueva Era para el mercado financiero

La llegada de las fintech ha generado una revolución silenciosa en el mercado financiero, sacudiendo los cimientos del sistema bancario tradicional. Estas nuevas empresas tecnológicas, que ofrecen servicios financieros a través de plataformas digitales, han penetrado en el mercado con rapidez, ganando terreno en áreas clave como pagos, créditos y gestión de inversiones. El resultado es una competencia feroz que obliga a los bancos a adaptarse y evolucionar en un escenario digital que, hasta hace unos años, era impensable.

Las fintech han logrado captar a un público que, en muchos casos, sentía que los bancos no cubrían sus necesidades de manera efectiva. Con procesos más ágiles, menor burocracia y una experiencia de usuario optimizada, han facilitado el acceso a servicios financieros para personas y empresas que antes eran ignoradas o subatendidas por las grandes instituciones bancarias.

Un ejemplo claro es el crecimiento exponencial de plataformas de pago como Mercado Pago, que ha crecido significativamente en América Latina y ha puesto en aprietos a los modelos bancarios tradicionales.

Uno de los grandes beneficios de las fintech es su capacidad para ofrecer soluciones financieras personalizadas y rápidas. Mientras que los bancos pueden tardar semanas en aprobar un crédito, una fintech como Lendico o Cumplo lo puede hacer en cuestión de horas o días.

Esto es posible gracias al uso de algoritmos avanzados y Big Data, que permiten evaluar el riesgo crediticio de manera más precisa y eficiente. Además, las fintech han reducido barreras de entrada al permitir la inclusión financiera de sectores marginados, como las pequeñas y medianas empresas (pymes), que antes no podían acceder a préstamos por falta de historial crediticio.

Sin embargo, no todo es color de rosa para las fintech. A pesar de su creciente popularidad, enfrentan varios desafíos. Uno de los más relevantes es la regulación. A medida que estas empresas ganan espacio en el mercado, las autoridades financieras de distintos países han comenzado a regular su actividad, lo que podría limitar su capacidad de innovación y crecimiento.

En Chile, por ejemplo, se han impulsado leyes para regular los servicios de las fintech, con el fin de proteger a los consumidores y asegurar que cumplan con las mismas normativas que los bancos tradicionales.

En este contexto, los bancos han comenzado a reaccionar. Algunas instituciones financieras han optado por asociarse con fintech para ofrecer servicios más modernos y ágiles a sus clientes, mientras que otras han desarrollado sus propias plataformas digitales para competir en igualdad de condiciones.

La transformación digital en la banca es inevitable, y aquellos que no se adapten corren el riesgo de quedarse atrás. Un ejemplo de ello es BancoEstado, que ha modernizado sus servicios digitales para competir en áreas como las billeteras electrónicas y los pagos móviles.

Por otro lado, los bancos también tienen ventajas que las fintech no pueden igualar fácilmente, como su estabilidad financiera y su capacidad para generar confianza a largo plazo. La solidez de los bancos tradicionales, respaldada por décadas de experiencia y regulación estricta, les otorga un nivel de seguridad que las fintech, en su fase de crecimiento, aún no han alcanzado plenamente.

En Mercados Inmobiliarios, auge de las fintech representa un desafío y una oportunidad para el sistema bancario tradicional. Si bien estas nuevas empresas tecnológicas han logrado revolucionar el acceso a los servicios financieros, también han forzado a los bancos a repensar su modelo de negocio y a acelerar su transformación digital.

La competencia entre fintech y bancos tradicionales está lejos de terminar, pero lo que es seguro es que el principal beneficiario de esta disrupción será el consumidor, que ahora tiene más opciones y mejores servicios a su disposición.

El desafío inminente entre las Criptomonedas y la Banca Tradicional

El auge de las criptomonedas ha traído consigo un cambio radical en el sistema financiero global, poniendo en jaque a la banca tradicional. Lo que comenzó como un nicho de entusiastas de la tecnología se ha convertido en un fenómeno que promete transformar la economía global, y los bancos no son ajenos a este impacto. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿cómo está enfrentando la banca este desafío, y qué futuro se avecina para estas instituciones en un mundo cada vez más descentralizado?

Las criptomonedas como Bitcoin y Ethereum han demostrado ser disruptivas por su capacidad de realizar transacciones sin intermediarios. En esencia, la banca tradicional se ve amenazada porque pierde su rol como garante de las transacciones. Los sistemas basados en blockchain permiten a las personas transferir valor directamente, sin la necesidad de un banco, reduciendo los costos y tiempos de las transacciones. Las remesas internacionales, tradicionalmente un área de ingresos clave para los bancos, ahora pueden gestionarse de forma más rápida y económica mediante criptomonedas.

Si bien la banca ha sido durante mucho tiempo la única opción para acceder a préstamos, ahorros e inversiones, las plataformas de Finanzas Descentralizadas (DeFi) han abierto un nuevo camino. Los servicios financieros tradicionales están siendo replicados por contratos inteligentes que eliminan la necesidad de instituciones centralizadas. Las plataformas DeFi permiten a los usuarios prestar, pedir prestado, y obtener rendimientos, todo gestionado mediante código, lo que minimiza costos y mejorar la accesibilidad.

Este nuevo sistema no solo reduce el poder de la banca, sino que desafía directamente sus modelos de negocio. De hecho, el crecimiento de DeFi muestra cómo los usuarios, especialmente en mercados emergentes, están buscando alternativas más accesibles y rentables que las ofrecidas por las entidades bancarias tradicionales.

Frente a este desafío, muchos bancos han empezado a adaptarse a la nueva realidad. Entidades financieras globales como JPMorgan y Goldman Sachs ya están explorando las criptomonedas y la tecnología blockchain. Algunos bancos están ofreciendo servicios de criptocustodia para mantener activos digitales de sus clientes de forma segura, mientras que otros están explorando la emisión de monedas digitales propias (CBDC), respaldadas por gobiernos, como una forma de mantenerse relevantes en esta nueva era.

Pero esta adaptación no ha sido universal. Muchos bancos, especialmente los más pequeños o conservadores, siguen desconfiando de las criptomonedas, temiendo la falta de regulación clara, la volatilidad del mercado y los riesgos asociados al lavado de dinero. Este enfoque cauteloso puede protegerlos en el corto plazo, pero podría dejarlos rezagados en un mundo donde la adopción de criptomonedas sigue en aumento.

Uno de los principales factores que define la relación entre la banca y las criptomonedas es la regulación. Mientras que los bancos operan bajo marcos regulatorios estrictos, las criptomonedas han disfrutado de una mayor flexibilidad, aunque eso está cambiando. Los gobiernos y los reguladores están comenzando a tomar medidas más estrictas para supervisar las transacciones en criptomonedas, impulsados por preocupaciones sobre la seguridad y el control financiero. Sin embargo, aún queda mucho por definir en cuanto a cómo estas regulaciones afectarán el equilibrio entre la banca tradicional y las criptomonedas.

A pesar de las tensiones, es posible que no estemos ante un escenario de “bancos vs. criptomonedas”, sino ante una convergencia. La adopción de la tecnología blockchain por parte de los bancos podría generar una nueva era de innovación en los servicios financieros. Las criptomonedas y los sistemas DeFi no necesariamente reemplazarán a la banca tradicional, pero sí la forzarán a evolucionar. Aquellos bancos que puedan adaptarse y ofrecer soluciones que combinen lo mejor de ambos mundos, garantizando tanto seguridad como eficiencia, serán los que prosperen en el futuro.

Las criptomonedas no solo representan una amenaza para la banca tradicional, sino también una oportunidad para su transformación. La clave estará en cómo los bancos respondan a este desafío: si se adaptan e innovan, podrán mantenerse como actores relevantes en el sistema financiero del futuro. Sin embargo, aquellos que se resistan al cambio corren el riesgo de quedarse obsoletos en un mundo cada vez más digital y descentralizado.

El Banco de Suelo: Un pilar fundamental para el desarrollo urbano sostenible

En el panorama urbano actual, el Banco de Suelo emerge como una herramienta esencial para enfrentar los retos del crecimiento poblacional y la expansión de las ciudades. Este mecanismo, que consiste en una entidad encargada de adquirir, gestionar y poner a disposición terrenos para proyectos de vivienda y desarrollo, se configura como un pilar fundamental para el desarrollo urbano sostenible.

Uno de los principales beneficios del Banco de Suelo es su capacidad para facilitar el acceso a terrenos adecuados para la construcción de viviendas. En muchas ciudades, el precio de los terrenos puede ser prohibitivamente alto, lo que limita la capacidad de los desarrolladores y las autoridades para llevar a cabo proyectos de vivienda asequibles.

El Banco de Suelo actúa como un intermediario estratégico que puede adquirir terrenos en áreas estratégicas y luego ofrecerlos a precios razonables para proyectos de vivienda social o de interés público. Esto no solo ayuda a moderar el costo de la vivienda, sino que también promueve la creación de comunidades más inclusivas y diversas.

El Banco de Suelo también juega un papel crucial en la planificación urbana. Al adquirir terrenos en áreas estratégicas, puede contribuir a un desarrollo urbano más ordenado y equitativo. Esto permite a las autoridades planificar y coordinar el crecimiento de las ciudades de manera más efectiva, evitando la expansión descontrolada y fomentando el desarrollo en zonas que ya cuentan con infraestructura y servicios adecuados.

De esta forma, se promueve un crecimiento urbano más equilibrado y se minimizan los problemas asociados con la expansión desmedida, como la congestión del tráfico y la presión sobre los servicios públicos.

En el contexto actual, la sustentabilidad es un aspecto clave del desarrollo urbano. El Banco de Suelo tiene la oportunidad de liderar la incorporación de prácticas sostenibles en los proyectos de desarrollo. Al seleccionar terrenos y facilitar su uso para proyectos que cumplan con criterios de sustentabilidad, como la eficiencia energética y la gestión adecuada de recursos, el Banco puede contribuir significativamente a la creación de comunidades más verdes y resilientes.

Esta orientación hacia la sostenibilidad no solo mejora la calidad de vida de los residentes, sino que también prepara a las ciudades para enfrentar los desafíos ambientales del futuro.

El éxito del Banco de Suelo depende en gran medida de la colaboración entre el sector público y el privado. Para lograr sus objetivos, es fundamental que exista una coordinación efectiva entre las autoridades locales, los desarrolladores y otros actores clave. Esta colaboración puede facilitar el acceso a recursos, compartir conocimientos y asegurar que los proyectos se alineen con las necesidades de la comunidad. A

demás, el Banco de Suelo puede servir como un puente para fomentar la participación ciudadana en el proceso de planificación y desarrollo, asegurando que las voces de los residentes sean escuchadas y consideradas.

El Banco de Suelo representa una estrategia innovadora y efectiva para abordar algunos de los desafíos más apremiantes del desarrollo urbano. Al facilitar el acceso a terrenos, promover un crecimiento ordenado, impulsar la sustentabilidad y fomentar la colaboración, el Banco de Suelo puede desempeñar un papel crucial en la construcción de ciudades más inclusivas, sostenibles y bien planificadas.

En un momento en que el urbanismo enfrenta desafíos sin precedentes, el Banco de Suelo se configura como una herramienta indispensable para construir un futuro urbano más prometedor.

El desarrollo inmobiliario en Chile, sus comunas consolidadas y las nuevas oportunidades

El mercado inmobiliario en Chile ha experimentado una evolución importante en los últimos años, reflejando tanto la madurez de las comunas consolidadas como el surgimiento de nuevas áreas de interés.

A pesar de la desaceleración provocada por la pandemia, el sector ha mostrado resiliencia, con proyecciones optimistas hacia 2024. La clave está en la capacidad de adaptación del mercado, las inversiones en infraestructura y la demanda cambiante de los consumidores.

En las comunas consolidadas de Santiago, como Las Condes, Vitacura, Ñuñoa y Providencia, el desarrollo inmobiliario sigue en auge. Estas áreas han logrado consolidarse como centros clave debido a su alta calidad de vida, acceso a servicios, y una sólida conectividad con el resto de la ciudad.

La demanda de propiedades en estas comunas no solo ha mantenido su estabilidad, sino que ha aumentado debido al interés de inversionistas y familias que buscan seguridad y comodidades.

Por otro lado, el crecimiento de las comunas periféricas como Colina, Chicureo, Maipú y Quilicura representa una tendencia cada vez más marcada.

En estos lugares, el costo de las viviendas es más accesible, y los desarrolladores han sabido capitalizar en la construcción de proyectos habitacionales que ofrecen mayor espacio y calidad de vida.

Esto es especialmente relevante en el contexto de la pandemia, donde la búsqueda de propiedades con áreas verdes y espacios abiertos se incrementó significativamente.

Además, los avances en infraestructura pública, como la expansión de la red de metro en Santiago, están redefiniendo el panorama inmobiliario.

La nueva Línea 7 del metro, que conectará comunas tradicionalmente marginadas como Renca, Cerro Navia y Quinta Normal, abrirá nuevas oportunidades de desarrollo.

Esto no solo facilitará el acceso de los residentes al centro de la ciudad, sino que también atraerá inversión inmobiliaria a estas zonas, que hasta ahora han estado relativamente subdesarrolladas.

Las cifras recientes de la Cámara Chilena de la Construcción indican que, a pesar de una desaceleración en las ventas de viviendas nuevas en 2023, se espera una recuperación gradual en 2024.

El optimismo está respaldado por el aumento en la inversión y la consolidación de proyectos que habían sido postergados durante la pandemia. Zonas como La Florida y Puente Alto también están viendo una expansión considerable, lo que refleja la diversificación del desarrollo inmobiliario en la capital.

El panorama inmobiliario en Chile es dinámico, con comunas tradicionales que siguen liderando el mercado, mientras que otras emergen gracias a la mejora en su conectividad y precios competitivos.

La diversificación geográfica y la inversión en infraestructura serán claves para continuar impulsando el crecimiento sostenido del sector, ofreciendo oportunidades tanto para inversionistas como para quienes buscan un nuevo hogar.

Este escenario pone de manifiesto que, a medida que el país avanza, el sector inmobiliario continuará siendo uno de los motores principales de la economía, siempre que se sigan desarrollando proyectos en sintonía con las necesidades de los ciudadanos y las realidades del mercado.

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