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Crisis Habitacional en Chile: Más de 900 Mil Viviendas Faltantes

Uno de los factores clave de esta crisis es el aumento de los precios de las viviendas, el cual ha superado ampliamente el crecimiento salarial desde 2013.

Por: Equipo Mercados Inmobiliarios

La crisis de la vivienda en Chile es un problema persistente que afecta a miles de familias en todo el país. Hacinamiento, campamentos, tomas, allegados y arriendos a precios elevados son parte del panorama de un sector donde predominan los proyectos inmobiliarios privados.

El reciente desalojo del campamento Lajarillas, en Viña del Mar, puso en el centro del debate la falta de soluciones habitacionales. La medida, ejecutada con fuerza pública y maquinaria pesada bajo la supervisión del delegado presidencial Yanino Riquelme, reflejó la falta de alternativas habitacionales efectivas para quienes viven en condiciones de vulnerabilidad.

Según datos de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), el déficit habitacional en Chile supera las 927 mil viviendas, a lo que se suman 114 mil familias que residen en asentamientos irregulares.

Uno de los factores clave de esta crisis es el aumento de los precios de las viviendas, el cual ha superado ampliamente el crecimiento salarial desde 2013, profundizando la brecha de acceso a una vivienda digna.

Sebastián Bowen, director ejecutivo de la fundación Déficit Cero, señala que, además de las familias que viven en asentamientos informales, existen otras 460 mil que están en riesgo de caer en esta situación, ya sea por vivir como allegados, enfrentar arriendos informales o sufrir condiciones de hacinamiento.

A esta realidad se suman los más de 1.5 millones de hogares que requieren apoyo estatal para acceder a una vivienda. De acuerdo con Bowen, este grupo se compone de 400 mil allegados, 200 mil familias en hacinamiento y más de 800 mil hogares que arriendan, muchos de los cuales destinan más del 30% de sus ingresos al pago de su arriendo.

Las mujeres, jóvenes y migrantes son los grupos más afectados por esta crisis, destinando una parte significativa de sus ingresos al arriendo de viviendas y obligándose a priorizar el trabajo por sobre otras necesidades para garantizar su subsistencia.

Los constantes desalojos de campamentos, como la amenaza de desalojo en Cerro Centinela, San Antonio, evidencian no solo el déficit habitacional, sino también el respaldo del Estado a un mercado inmobiliario que dificulta el acceso a la vivienda para miles de familias que buscan un techo digno.

02 DE JUNIO 2020 / VIÑA DEL MAR Vista de la toma en Puerto Aysen, Forestal Alto. La pandemia del Coronavirus y la crisis economica que ha desatado el aumento de las tomas de terrenos en la region de Valparaiso. Esto ha provocado la preocupacion de las autoridades locales, debido que la falta de condiciones sanitarias, puede provocar un aumento explosivo en los casos de Covid-19, ad portas del invierno. FOTO: SANTIAGO MORALES/AGENCIAUNO

Opinión de la empresa

La Corte de Apelaciones de Valparaíso acogió la solicitud de suspensión del desalojo de la megatoma de San Antonio por un plazo de seis meses, tras el acuerdo logrado por el Gobierno y los dueños del terreno del cerro Centinela para encontrar una solución, estableciendo la conformación de una comisión técnica, con representantes del municipio, del Gobierno y los propietarios, para determinar las condiciones en que se podría vender la propiedad para evitar el desalojo.

Ante esto, expertos inmobiliarios han dado su opinión sobre el manejo que se le ha dado a este caso, y cómo podría repercutir en futuras tomas. Sergio Correa, Gerente Inmobiliario de Colliers, señala que lo que se está haciendo hoy es inviable. “Pretender que miles de familias organizadas en cooperativas logren comprar un terreno que ocupan ilegalmente, en plazos cortos y sin un plan realista de financiamiento, es desconocer la magnitud del problema. Mientras tanto, se posterga cualquier solución efectiva y se deja abierta la puerta a que esto vuelva a ocurrir.

Para Correo, el gran problema del Estado es que no interviene al momento de comenzar una toma, cuando aún es posible frenarla. «Se deja al propietario privado completamente solo y, en poco tiempo, la ocupación se vuelve inmanejable. Luego, cuando el problema escala, la solución termina siendo postergarlo en vez de enfrentarlo”, señala.

Por su parte, Reinaldo Gleisner, Vicepresidente de Colliers, destaca que “El año 2019 comenzó la toma con demarcación de terrenos; hoy tiene 4150 viviendas construidas en autoconstrucción, alberga cerca de 10.000 personas en 2.200.000 m2 de terreno, aproximadamente.  La magnitud de la toma se ha hecho inmanejable para las autoridades: un desalojo hubiera sido una operación de alto costo político en caso de haberse materializado».

El Vicepresidente de Colliers, advierte que. «Estamos frente a un arreglo forzado entre el fisco y la propietaria, vulnerando toda la política habitacional y todo principio de equidad. El acuerdo de compra, con garantía estatal, de un loteo brujo, se saltaría toda la extensa y profusa permisiología y exigencias normativas. Si la única solución es saltarse todo el ordenamiento jurídico y normativo, es una invitación explícita a imitar”.

Correa agrega que la propuesta del Minvu para la megatoma de San Antonio no resuelve nada. “No se están haciendo cargo de la ocupación ilegal del terreno ni del precedente que esto genera. En lugar de asumir el costo político de un desalojo, el Gobierno opta por trasladar el problema al siguiente.

«Expertos urbanistas han advertido que esta medida puede generar un efecto dominó, incentivando nuevas tomas al dar la señal de que la usurpación puede terminar en propiedad. Constitucionalistas, por su parte, han cuestionado la legalidad de estos acuerdos y el impacto que pueden tener sobre el derecho de propiedad», sentencia el ejecutivo.

Junto a eso, el eejcutivo advierte que para «quienes han seguido los canales formales para acceder a una vivienda ven cómo la institucionalidad los deja en desventaja frente a quienes recurren a la ocupación ilegal. El problema es real y urgente, pero la solución no puede ser validar la ilegalidad ni generar incentivos perversos que agraven la crisis”.

En tanto, Gleisner enfatiza que ante problemáticas de esta índole las soluciones pueden ser disruptivas, pero tienen que respetar las normas esenciales. “La priorización y la simplificación de las normas es un tema prioritario si se quiere, de verdad, disminuir el déficit habitacional. Las soluciones no pueden ser incentivo para vulnerar el derecho de propiedad y las leyes”, finaliza.

La crisis habitacional en Chile y el dilema de los desalojos

La crisis de vivienda en Chile ha alcanzado niveles críticos en los últimos años, con un déficit habitacional que supera las 600.000 unidades y con miles de familias recurriendo a tomas de terreno como última alternativa ante la imposibilidad de acceder a una vivienda digna.

La reciente situación en San Antonio, donde más de 10.000 personas han ocupado el cerro Centinela desde 2019, expone nuevamente la compleja interacción entre el derecho a la propiedad privada, la necesidad de vivienda y la capacidad del Estado para gestionar soluciones efectivas y sostenibles.

El caso de San Antonio es solo un reflejo de una realidad que se replica en distintas regiones del país. El acceso a la vivienda ha sido históricamente difícil para los sectores más vulnerables, y la falta de políticas habitacionales eficaces ha llevado a que la ocupación de terrenos se convierta en una alternativa forzada para miles de chilenos.

Las tomas de terreno han sido tratadas tradicionalmente con desalojos forzosos, una medida que, si bien responde al resguardo de la propiedad privada, genera graves conflictos sociales y humanitarios.

El acuerdo alcanzado recientemente entre el Gobierno, los dueños de los terrenos y la municipalidad de San Antonio, que contempla la creación de una comisión técnica para negociar la venta de los terrenos a los actuales ocupantes, representa un intento de solución que prioriza el diálogo sobre el conflicto.

La suspensión temporal del desalojo, originalmente programado para el 27 de febrero, evita una crisis humanitaria inminente, pero también deja en evidencia la falta de una estrategia gubernamental clara para abordar el fenómeno de las tomas de terreno en el país.

Más allá de la crisis inmediata, es crucial analizar las razones estructurales detrás de este fenómeno. Los altos costos del suelo urbano, la especulación inmobiliaria y las barreras de acceso al crédito hipotecario han excluido a miles de familias del mercado formal de la vivienda.

Mientras tanto, el Estado no ha logrado implementar políticas que ofrezcan soluciones habitacionales suficientes, y cuando lo hace, estas suelen tardar años en concretarse. Las políticas actuales, centradas en subsidios y proyectos de integración social, han demostrado ser insuficientes ante la velocidad con la que aumenta la demanda.

Asimismo, el modelo de desalojos forzosos ha demostrado ser una estrategia limitada y, en muchas ocasiones, contraproducente. Si bien la restitución del derecho de propiedad es legítima, desalojar a miles de personas sin una solución alternativa solo perpetúa el problema.

La conformación de cooperativas de vivienda, como se está promoviendo en San Antonio, puede ser una vía para regularizar la tenencia del suelo y avanzar hacia modelos más justos de acceso a la vivienda, pero requiere del respaldo decidido del Estado y de un marco normativo que facilite su desarrollo.

El desafío es claro: Chile necesita un enfoque más integral para enfrentar su crisis habitacional, uno que combine regulación del suelo, financiamiento accesible, incentivos a la construcción de viviendas sociales y una política clara para la regularización de asentamientos.

Mientras esto no ocurra, seguiremos viendo nuevas tomas de terreno y enfrentando conflictos en los que, una vez más, las familias más vulnerables terminan siendo las principales perjudicadas.

Crisis habitacional en Chile: Acceso a la vivienda se deteriora desde fines de los 2000

Desde el punto de vista de la oferta, la construcción de viviendas se mantuvo estable desde los años 90, aunque con ciclos de alza y baja.

Por: Equipo Mercados Inmobiliarios

El acceso a la vivienda en Chile ha empeorado considerablemente desde finales de la década del 2000, según revela una nueva herramienta para el análisis del déficit habitacional.

Este fenómeno está siendo impulsado por el crecimiento natural de los hogares y la migración, que han incrementado la demanda, especialmente en las comunas urbanas del norte y en la Región Metropolitana.

Una plataforma desarrollada por la organización Déficit Cero en conjunto con Unholster, denominada Trayectoria de la Vivienda en Chile, muestra que desde 2015 la demanda por viviendas se ha disparado, pasando de 100 mil nuevos hogares anuales a 230 mil.

Este aumento de la demanda ha puesto una presión significativa sobre la oferta de viviendas en las zonas mencionadas, donde la formación de hogares ha cambiado notablemente en los últimos años, con un crecimiento en los hogares unipersonales y monoparentales, lo que diversifica la necesidad de vivienda.

Desde el punto de vista de la oferta, la construcción de viviendas se mantuvo estable desde los años 90, aunque con ciclos de alza y baja. Sin embargo, a partir de 2006, el ritmo de construcción ha disminuido, fenómeno que se ha intensificado desde 2021. Además, se ha observado un aumento en el tamaño promedio de las viviendas construidas, pasando de 60 m² en 2003 a 80 m² en 2013.

Crecimiento de arrendatarios y alza en los precios

El número de arrendatarios ha aumentado considerablemente en los últimos años, subiendo del 17% en 2009 al 27% en 2022. Paralelamente, los precios de arriendo han crecido desde 2011, particularmente en la Región Metropolitana y las regiones del norte, afectando la asequibilidad para muchas familias.

Hoy, los hogares que arriendan y destinan más del 30% de sus ingresos al pago de la vivienda se encuentran en una situación de vulnerabilidad habitacional, lo que los expone a riesgos como el aumento de la inflación, enfermedades o pérdida de empleo.

A nivel nacional, el valor del arriendo ha aumentado más de $143 mil entre 2011 y 2022. Este crecimiento ha incrementado la proporción de ingresos destinados al pago de la vivienda, lo que limita la capacidad de ahorro de los hogares y afecta su calidad de vida.

El precio de las viviendas ha subido significativamente desde 2010 en todo el país, ampliando la brecha entre los ingresos familiares y el costo de adquisición. El indicador PIR (relación precio-ingreso) muestra un empeoramiento notable desde 2006, lo que refleja la dificultad creciente para adquirir una vivienda propia.

A la par de esta alza en los precios, el acceso a créditos hipotecarios se ha restringido para gran parte de la población. Si en 2006 un 74% de los hogares tenía ingresos suficientes para acceder a un crédito a 20 años, en 2022 solo un 35% de los hogares puede hacerlo. Esta restricción es particularmente aguda en las regiones del norte y en la Metropolitana, donde la demanda es mayor.

Un problema complejo y persistente

Sebastián Bowen, director ejecutivo de Déficit Cero, destacó la importancia de la plataforma para entender la evolución de la crisis habitacional en Chile. «Nos permite tener una visión integral y detallada sobre cómo ha cambiado el acceso a la vivienda en el país, y con esta información podemos diseñar políticas públicas más focalizadas y efectivas», comentó.

Por su parte, Antonio Díaz-Araujo, gerente general de Unholster, subrayó la relevancia de integrar datos para enfrentar estos desafíos sociales. “Este análisis revela factores clave, como la creciente demanda, el ritmo de construcción y el impacto de la migración, información crucial para orientar políticas públicas y estrategias privadas que mitiguen el problema”.

A pesar de los desafíos, se han logrado avances en la reducción del hacinamiento y el número de viviendas irrecuperables en algunas regiones del sur del país. Sin embargo, el perfil de los hogares afectados por el déficit habitacional ha cambiado, con un incremento en las jefaturas femeninas y la creciente presencia de inmigrantes y hogares unipersonales desde 2011.

En conclusión, la crisis habitacional en Chile es un problema complejo que requiere soluciones integrales y coordinadas a nivel nacional y regional. La combinación de factores demográficos, económicos y sociales demanda respuestas efectivas para reducir el déficit habitacional y mejorar el acceso a la vivienda, especialmente en las zonas más afectadas del país.

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