Marisol Cortez, de la Cámara Chilena de la Construcción, y Patricia Pastén, del Gobierno de Santiago, asumen la presidencia del Comité Consultivo de la Red Circular de la Construcción. Desde sus respectivos ámbitos, ambas impulsan un modelo de colaboración público-privada y territorial para transformar estructuralmente la industria.
Por: Equipo Mercados Inmobiliarios
La economía circular ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una urgencia estratégica. Y en el sector construcción, uno de los mayores generadores de residuos en Chile, este cambio ya comenzó. La reciente instalación de la Red de Economía Circular de la Construcción (Red ECC) marca un punto de inflexión, gracias a un liderazgo dual que conjuga mirada técnica, gremial y territorial.
Marisol Cortez, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), y Patricia Pastén, jefa del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Santiago, asumen la presidencia del Comité Consultivo de la Red con una convicción compartida: la transformación del sector solo será posible si se articula a toda la cadena de valor, con participación activa del mundo público y privado.
“Esto no es solo compromiso, es liderazgo para generar cambios concretos”, afirma Cortez. Desde su rol en la CChC, apuesta por movilizar a proveedores, constructoras e inmobiliarias hacia un modelo circular, a través de pilotos replicables, manuales prácticos y programas de capacitación. Pero su meta va más allá de lo técnico: busca articular territorios, conectando comunas generadoras y receptoras de residuos a través de esquemas de simbiosis industrial. “La Red ECC no puede ser solo de Santiago; debe ser un modelo para todo el país”, recalca.
En paralelo, Patricia Pastén plantea que la clave está en conectar lo local con lo estratégico, integrando a municipios y gobiernos regionales a la Red. “La economía circular también debe generar capacidades en los territorios, fortalecer ecosistemas y abrir oportunidades reales para comunidades y empresas locales”, señala.
Ambas coinciden en que uno de los grandes desafíos es la brecha de infraestructura para la valorización de residuos, la falta de normativas habilitantes y la baja articulación entre actores del ecosistema. Por eso, apuestan por una gobernanza que habilite colaboración permanente, con foco en información confiable, reglas claras y mecanismos que incentiven la reutilización y transformación de materiales.
“La circularidad no es solo un deber ambiental. Es una oportunidad económica: anticiparse a regulaciones, reducir costos y abrir nuevos modelos de negocio”, resume Pastén.
Desde esa convicción, la Red ECC busca consolidarse como una plataforma habilitante para la transición del sector, promoviendo inversiones verdes, compras públicas sustentables, articulación público-privada y generación de conocimiento aplicado.
Ambos liderazgos coinciden en que el desafío no solo es técnico ni ambiental: es político, social y económico. Y el momento de actuar es ahora.