Factores como la rentabilidad inmediata, apalancamiento turístico, barrios consolidados y la plusvalía del sur de Chile, han aportado a este negocio.
Por Equipo Mercados Inmobiliarios
El mercado chileno de arriendos temporales vive un auge sin precedentes. Impulsado por plataformas digitales, el turismo pospandemia y una creciente profesionalización del sector, la llamada «renta corta» se ha consolidado como una alternativa de inversión con alta rentabilidad. Santiago, Viña del Mar y La Serena lideran el fenómeno, mientras los expertos advierten sobre los efectos secundarios en la convivencia vecinal y el acceso a la vivienda.
“El crecimiento ha sido explosivo. La renta corta ya no es una tendencia; es una realidad instalada en las grandes ciudades de Chile y los destinos turísticos clave”, señala Cristian Lecaros, CEO de Inversión Fácil, en conversación con MercadoSinmobiliarios.cl.
Según cifras de HOM Group, durante 2024 se registraron más de 4,6 millones de noches reservadas a través de plataformas como Airbnb, un 47% más que el año anterior. La ocupación promedio en Santiago alcanzó el 62%, con picos del 78% durante la temporada de invierno, especialmente en comunas como Las Condes, Providencia y Santiago Centro, donde barrios como Lastarria y Bellas Artes superaron incluso el 80%.
Rentabilidad inmediata
La promesa de ingresos por encima de la cuota hipotecaria ha hecho que muchos inversionistas opten por destinar sus departamentos a la renta corta en vez de alquilar a largo plazo. En algunas zonas de Santiago, los retornos netos anuales superan el 8%, mientras que en ciudades como Pucón o Viña del Mar se ha observado un incremento del 40% en la demanda de alojamiento temporal durante el verano de 2025.
“Estamos viendo cómo pequeños y medianos inversionistas están entrando al mercado con una mentalidad empresarial. La gestión es clave: ya no basta con publicar el anuncio, hay que preocuparse del servicio, del mantenimiento y de la experiencia del huésped”, apunta Antonio Eyzaguirre, cofundador de la plataforma Welcomy, durante la Expo Renta Corta 2025, donde más de 3.000 asistentes se reunieron para conocer las últimas tendencias del sector.
Luis Conejeros, CEO de Rabbitts Capital, destaca que “la renta corta ha transformado el panorama inmobiliario, especialmente en comunas estratégicas como Santiago Centro, Providencia y Las Condes, donde la ocupación promedio ya supera el 75%. Este modelo no solo ofrece alta rentabilidad para inversionistas, sino también flexibilidad para los viajeros, quienes priorizan experiencias únicas y alojamiento bien ubicado. En Rabbitts Capital, entendemos que este fenómeno es más que una tendencia; es una oportunidad para transformar propiedades en activos altamente rentables”.
Tensiones con la comunidad
Sin embargo, el auge no ha estado exento de tensiones. La proliferación de alojamientos temporales en edificios residenciales ha generado malestar entre los vecinos, sobre todo por el alto flujo de personas y la falta de regulación específica. La Ley de Copropiedad Inmobiliaria, reformada en 2022, permite a las comunidades de propietarios limitar o prohibir los arriendos turísticos en sus edificios, medida que algunos comités de administración ya están aplicando.
“Lo que comenzó como una solución flexible para viajeros se ha convertido en un problema para muchos residentes. Hay edificios donde más del 50% de las unidades son usadas como alojamientos temporales, lo que cambia completamente la dinámica de la comunidad”, comenta Marisol Reyes, administradora de condominios en Santiago.
Además, especialistas advierten sobre el impacto de la renta corta en el mercado de alquiler tradicional. “A medida que más propiedades migran a este modelo, se reduce la oferta para quienes buscan arrendar por años, presionando los precios al alza. En ciudades con déficit habitacional, esto puede agravar aún más el problema”, explica Tomás González, economista urbano de la Universidad Católica.
Mirando al futuro
Las proyecciones para 2025 son optimistas. HOM Group estima que la renta corta generará ingresos por USD 413 millones, lo que representa un crecimiento del 18% respecto al año anterior. El empuje del turismo brasileño, una buena temporada de nieve y eventos internacionales están entre los factores que impulsan la demanda.
No obstante, voces dentro del propio sector piden mayor regulación y estándares comunes. “Necesitamos avanzar hacia una industria más profesionalizada, con reglas claras para todos los actores. El crecimiento debe ser sostenible, tanto para los inversionistas como para las comunidades que habitan estos espacios”, concluye Antonio Eyzaguirre.
En medio de este panorama, Chile se enfrenta al desafío de integrar esta nueva forma de habitar y rentabilizar las ciudades sin sacrificar la convivencia urbana ni el acceso a la vivienda. Un equilibrio difícil pero necesario si se quiere sostener el auge de la renta corta más allá del entusiasmo inicial.