Más allá de una exigencia legal, asegurar los espacios comunes es una necesidad clave para resguardar la inversión y la estabilidad de quienes viven en copropiedad.
Por: Equipo Mercados Inmobiliarios
El incendio que hace unas semanas afectó a un edificio en pleno centro de Santiago no solo dejó viviendas y locales comerciales inhabitables por tiempo indefinido. También reabrió una conversación que suele evadirse en muchas comunidades: ¿Están los condominios realmente preparados para enfrentar una emergencia mayor?
La respuesta, en gran parte de los casos, es preocupante. Aunque la Ley de Copropiedad Inmobiliaria establece la obligación de contratar seguros para las áreas comunes, muchas comunidades no cumplen o lo hacen sin una asesoría adecuada. Y las consecuencias pueden ser devastadoras.
“El seguro de espacios comunes, al igual que el de cada unidad, tiene un objetivo claro: entregar respaldo real cuando ocurre un siniestro. Porque una vez que el incendio ya se declaró o el sismo sacudió la estructura, lo que marque la diferencia será contar con una póliza vigente y correctamente contratada”, sostiene María José Ibarra, directora de la Asociación Gremial de Corredores de Seguros de Chile (ACOSEG).
El riesgo de estar mal asegurado
En la práctica, los espacios comunes de un condominio —ascensores, pasillos, techos, sistemas eléctricos y muros estructurales— pueden representar hasta un 60% del valor total del edificio. Por tanto, no asegurar correctamente estas áreas es, en palabras simples, dejar sin respaldo a gran parte del patrimonio de los copropietarios.
Un error frecuente es contratar pólizas por montos inferiores al valor real del inmueble. Este fenómeno, conocido como infraseguro, puede generar pérdidas significativas. A modo de ejemplo: si el edificio debiera estar asegurado por $160 millones, pero solo se contrata cobertura por la mitad, ante un siniestro de $80 millones, la aseguradora pagará solo la mitad, descontando además los deducibles. En la práctica, eso puede traducirse en un reembolso de apenas $35 millones, dejando al resto de la comunidad con la obligación de cubrir el saldo mediante alzas en los gastos comunes.
Asesoría profesional, una inversión clave
Desde ACOSEG advierten que uno de los principales problemas radica en la contratación de seguros sin asesoría técnica. Muchos comités de administración —o los propios administradores— optan por pólizas genéricas o inadecuadas, sin considerar variables esenciales como el tipo de construcción, el estado de las instalaciones, la ubicación o el valor real de reposición.
Contar con el acompañamiento de un corredor especializado permite, además, evaluar coberturas complementarias que pueden ser clave en momentos críticos.
¿Qué pasa si el edificio queda inhabitable?
El caso del edificio incendiado en Santiago dejó una lección particularmente dura: varias familias no solo perdieron su vivienda, sino también su capacidad de habitarla por un largo periodo. En este contexto, cobra relevancia una cobertura poco difundida pero muy necesaria: la inhabitabilidad.
Este adicional permite, por ejemplo, costear el arriendo de una vivienda temporal mientras se realizan las reparaciones. “En palabras simples, ofrece un salvavidas económico en los días más complejos”, apunta Ibarra.
Más que cumplir la ley, evitar conflictos
No contar con seguros adecuados no solo implica riesgos materiales. También puede abrir la puerta a conflictos internos entre copropietarios, demandas civiles contra los responsables de la administración y divisiones profundas al interior de la comunidad.
“Muchas veces, la diferencia entre una crisis gestionable y una catástrofe vecinal está en una póliza bien estructurada”, dice la directora de ACOSEG. “El seguro colectivo no es solo una obligación legal: es una herramienta de protección que resguarda la armonía, la estabilidad económica y la tranquilidad de todos los vecinos”.
Con un escenario de emergencias urbanas cada vez más frecuentes —desde incendios hasta fallas estructurales o fenómenos naturales—, la prevención no puede seguir postergándose. Porque cuando el desastre ya ocurrió, lo único que queda es enfrentar las consecuencias. Y en ese momento, tener un buen seguro puede marcar toda la diferencia.