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diciembre 26, 2024 2:01 pm

SEREMI del Medio Ambiente trabaja en la protección de Humedales San Jerónimo y Santa Teresita en Algarrobo

Desde la oficina gubernamental hacen un llamado a participar en proceso.

Por: Equipo Mercados Inmobiliarios

Desde el lunes 2 hasta el 16 de septiembre la SEREMI del Medio Ambiente se encontrará recibiendo antecedentes técnicos y científicos, por parte de la ciudadanía, con el fin de avanzar en el reconocimiento como humedales urbanos, luego que el Ministerio del Medio Ambiente anunciara su admisibilidad a tramitación.

Fue comenzado esta semana que se publicó en el Diario Oficial la admisibilidad de los Humedales Santa Teresita y San Jerónimo, ubicados en Algarrobo, para iniciar el proceso de reconocimiento como humedales urbanos según lo indica la ley.

Asimismo y desde el 2 de septiembre comienza un periodo de 15 días corridos para la recepción de antecedentes ciudadanos, los cuales serán incorporados dentro del proceso de análisis del humedal”, señaló el SEREMI del Medio Ambiente, Hernán Ramírez.

En esa misma línea, para Jadille Mussa Castellano, académica de la Escuela de Arquitectura y Paisaje de la Universidad Central, los humedales son ecosistemas y servicios ecosistémicos para las personas, para la naturaleza y para el planeta, ya que soportan en estos sectores y paisajes varios tipos de elementos que cuando se juntan, “dan puros beneficios para el ambiente.

Luego de eso la SEREMI del Medio Ambiente comenzará un análisis técnico para ambos humedales, el cual contempla visitas a terreno para verificar el cumplimiento de los criterios técnicos.

“Hoy la provincia de San Antonio cuenta con 3 humedales urbanos reconocidos y esperamos seguir avanzando en la protección de estos ecosistemas tan frágiles. Como SEREMI es prioridad seguir avanzando en la protección efectiva de estos frágiles  ecosistemas”, agregó el Seremi Hernán Ramírez.

“Desde el punto de vista del hábitat para la fauna especialmente para las aves acuáticas, aves que están también de borde y que están muchas de ellas en categoría de conservación sino más bien en peligro dan también oxígeno porque las especies que están en estos lugares sobre todo las hidrófilas aportan oxígeno al ambiente y también limpian el agua”, dice la académica UCentral.

La Ley N° 21.202, promulgada en 2020, fue un paso significativo hacia la protección de los humedales urbanos en el país. Esta normativa otorgó a los municipios la facultad de solicitar la protección de estos ecosistemas dentro de sus límites, lo que a su vez refuerza su conservación ante el avance de proyectos que podrían impactar negativamente su equilibrio ecológico. Sin embargo, esta ley se centra principalmente en los humedales urbanos, lo que ha dejado fuera de su alcance a los humedales rurales, que representan una gran porción del total en el país.

“Estos ecosistemas según las Naciones Unidas y el Gobierno de Chile, se han convertido en lugares que se deben proteger y desde ese punto, esta ley que está acompañando a los Planes de Desarrollo Territorial, para poder internar estos lugares y no secarlos”, dice Mussa.

Respecto a la relación entre el mundo inmobiliario y este tipo de ecosistemas naturales, Mussa advierte que debe existir una relación positiva entre las construcciones y los humedales, esto puede ser súper virtuoso. “Puede haber construcciones que en vez de que lo seque, puedan ayudar al humedal a que siempre tenga agua”.

“También debería extenderse a los rurales y propiciar que las personas que tienen campos que tienen riesgo, hacer embalses porque acá los humedales artificiales también están dentro de la ley y hay que propiciar y apoyar a las empresas”, sentencia la académica.

El futuro de los humedales en Chile depende, en gran parte, de la conciencia colectiva sobre su importancia, tanto por parte de las autoridades como de la ciudadanía. Si bien se han dado pasos importantes a nivel legislativo, aún queda un largo camino para que la normativa actual sea suficiente para garantizar la protección de estos ecosistemas frente al crecimiento económico y la expansión urbana.

¿Es posible densificar sin descuidar el Medio Ambiente?

Por: Francisco Bascuñán, director ejecutivo Norte Verde.

La respuesta es sí. La densificación responsable de nuestras ciudades es un tema que requiere atención. Hoy más que nunca debemos densificar nuestras ciudades de manera diversa y sostenible, minimizando el impacto ambiental.

Paradójicamente, este concepto a menudo encuentra resistencia en grupos ecologistas, cuando en realidad debería ser todo lo contrario. Una densificación bien planificada es esencialmente ecológica y puede ser una herramienta poderosa para la sostenibilidad urbana.

Tradicionalmente, el crecimiento urbano en América ha sido horizontal, extendiéndose hacia las periferias. Santiago es un claro ejemplo de esta tendencia, con un crecimiento anual de 1,6 kilómetros cuadrados (Informe de Sostenibilidad Urbana 2021, Gobierno de Chile), resultando en una ciudad que actualmente ocupa 722 kilómetros cuadrados (INE, Censo 2020). Esto genera largos desplazamientos, con un promedio de 77 minutos de viaje diario por persona (Estudio «Movilidad en Áreas Urbanas», Ministerio de Transportes).

En contraste, los habitantes de ciudades compactas utilizan menos energía para el transporte al vivir cerca de sus trabajos y servicios diarios, reduciendo así las distancias de viaje. Muchas ciudades europeas han optado por modelos más densos, demostrando ser más sostenibles y habitables. Comprimir el desarrollo urbano puede conducir a un crecimiento más inteligente y equitativo. Estudios recientes confirman que los habitantes de ciudades densas conducen un 62% menos que los residentes de áreas suburbanas (Transportation Research Board, 2023). Esto se traduce en una disminución aún más significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire

Es que densidad no significa hacinamiento. Una ciudad densa bien planificada puede ofrecer espacios verdes, transporte público eficiente y amplias zonas peatonales, creando un ambiente urbano agradable y saludable. Barcelona, Nueva York, París, Copenhague, Ámsterdam y Viena son ciudades que han logrado combinar alta densidad en sus centros urbanos con alta calidad de vida, gracias a políticas que incentivan el uso de la bicicleta, áreas verdes y edificios energéticamente eficientes. En estas ciudades encontramos barrios donde las personas pueden vivir, trabajar, disfrutar de actividades de ocio y acceder a todos los servicios necesarios sin largos desplazamientos.

La Gran Manzana tiene una densidad de población de 27.000 habitantes por kilómetro cuadrado y es un ejemplo de cómo la densificación puede crear una ciudad vibrante y sostenible. Sus edificios de gran altura, transporte público eficiente y enfoque en la movilidad peatonal la convierten en un modelo a seguir. Nueva York ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% en la última década, en parte debido a la densificación (NYC Mayor’s Office of Sustainability, 2024), mientras que en Barcelona esta cifra alcanza al 40% en los últimos 25 años (Barcelona City Council, 2023). Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos (U.S. Department of Energy, 2022) demostró que los residentes de edificios de gran altura consumen un 28% menos de energía que los que viven en casas unifamiliares.

La densificación urbana, cuando se implementa de manera responsable, no solo es compatible con la protección del medioambiente, sino que es una herramienta fundamental para lograrla. Reducir la dependencia del automóvil, disminuir el consumo de energía y promover la gestión eficiente de residuos son solo algunos de los beneficios ambientales de este modelo.

No podemos demonizar el concepto en sí mismo. El problema no es la densificación, sino la planificación inadecuada. Un ejemplo de esto son los edificios destinados exclusivamente a oficinas o servicios, que crean áreas desoladas y sin vida durante las tardes, cuando quedan vacíos. En lugar de eso, debemos integrar todas las funciones urbanas en un mismo lugar para crear entornos dinámicos y activos las 24 horas del día.

El crecimiento desmedido hacia las afueras no promueve una vida urbana ecológica. En su lugar, debemos enfocarnos en la regeneración de terrenos existentes. Construir reciclando terrenos para darles nuevos usos que fomenten la caminabilidad. Esto no solo reduce la carga ambiental, sino que también fortalece el sentido de comunidad e interacción social.

En definitiva, la densificación es necesaria. Debemos aprender de los modelos exitosos y adaptarlos a nuestras realidades. La densificación bien planificada no es una amenaza para el medioambiente; es su aliado.

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