Chile enfrenta una crisis en el acceso al suelo para la vivienda, un problema que afecta no solo a las familias más vulnerables, sino también al desarrollo urbano sostenible y a la equidad social en el país. La escasez de terrenos aptos para la construcción de viviendas asequibles en las principales ciudades, junto con el incremento constante en los precios de la tierra, ha generado un panorama preocupante que requiere una intervención decidida por parte del Estado y una reflexión profunda sobre las políticas de uso del suelo.
El acceso a suelo urbano adecuado es un factor esencial para garantizar el derecho a la vivienda digna. Sin embargo, en Chile, el precio de la tierra se ha disparado en las últimas décadas, impulsado por la especulación inmobiliaria y la falta de regulación efectiva. Este fenómeno ha llevado a que las zonas urbanas se expandan hacia la periferia, muchas veces en áreas de riesgo o sin la infraestructura necesaria, creando barrios segregados y con escasos servicios básicos.
La especulación del suelo es uno de los principales factores que ha exacerbado esta crisis. Los terrenos son adquiridos y mantenidos sin desarrollar, con la expectativa de que su valor aumente en el futuro. Esta práctica no solo limita la disponibilidad de suelo para la construcción de viviendas, sino que también incrementa los costos para los proyectos que sí se llevan a cabo, afectando directamente el precio final de las viviendas.
Por otro lado, las políticas de uso del suelo y planificación urbana han demostrado ser insuficientes para enfrentar este desafío. Las normativas actuales permiten un desarrollo desigual, donde las zonas con mayor accesibilidad y servicios se vuelven inaccesibles para la mayoría de la población, mientras que las áreas menos desarrolladas, aunque más asequibles, carecen de las condiciones necesarias para un hábitat adecuado. La falta de una planificación urbana coherente y sostenible ha llevado a la fragmentación de las ciudades y a la creación de “guetos de pobreza” en las periferias.
El gobierno ha intentado abordar esta situación a través de diferentes programas y subsidios habitacionales. Sin embargo, estas medidas suelen ser insuficientes frente a un mercado inmobiliario dominado por el interés privado y la especulación. Además, los subsidios habitacionales, aunque bien intencionados, muchas veces terminan inflando aún más los precios de la tierra, sin resolver el problema de fondo.
Es urgente una reforma profunda en las políticas de suelo en Chile. El Estado debe asumir un rol más activo en la regulación y gestión del suelo, promoviendo un desarrollo urbano equilibrado y equitativo. Esto incluye la implementación de mecanismos de captura de valor, donde parte del incremento en el valor del suelo, generado por inversiones públicas, sea reinvertido en la creación de vivienda social y en la mejora de la infraestructura urbana.
Asimismo, es esencial revisar y fortalecer los planes reguladores, para asegurar que el crecimiento de las ciudades se realice de manera ordenada y sostenible, evitando la expansión descontrolada hacia zonas de riesgo o sin servicios adecuados. La planificación urbana debe ser vista como una herramienta de equidad social, que permita a todos los ciudadanos acceder a una vivienda digna, en un entorno seguro y bien conectado.
Finalmente, es crucial que se promueva un cambio cultural en la percepción del suelo urbano. La tierra no debe ser vista solo como un bien de inversión, sino como un recurso esencial para el bienestar de la sociedad. Para ello, es necesario fomentar un diálogo amplio y participativo, que involucre a todos los actores relevantes, desde el sector privado hasta las comunidades, en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles.
El desafío del suelo para la vivienda en Chile es complejo, pero no insuperable. Con voluntad política, regulación efectiva y una visión de largo plazo, es posible construir ciudades más justas, inclusivas y sostenibles, donde el acceso a la vivienda digna no sea un privilegio, sino un derecho garantizado para todos.