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noviembre 21, 2024 6:12 am

Entropía urbana y el desafío de los barrios verticales

Por: Francisco Bascuñán, Director ejecutivo de Norte Verde.

Hay un debate siempre presente ¿Construir en altura para optimizar el espacio o expandir horizontalmente las ciudades? En un país con un altísimo déficit habitacional como Chile es imperativo replantear nuestra forma de concebir las ciudades para ofrecer una solución a ese gran número de personas que requieren de una vivienda.

Se necesita una estrategia urbanística que promueva la construcción vertical en zonas céntricas. Este enfoque no solo se traduce en un uso más eficiente del espacio, sino también promueve un estilo de vida sostenible y responsable.  Ya en 2014, la Política Nacional de Desarrollo Urbano planteaba que la densidad poblacional es fundamental para asegurar el acceso equitativo a bienes y servicios.

Planificar ciudades sustentables implica situar viviendas cerca de centros de salud, instituciones educativas, áreas verdes y transporte, reduciendo la necesidad de largos desplazamientos. Este modelo fomenta la entropía urbana, disminuye el consumo energético y amplifica la conectividad cultural y social.   

La evidencia es clara: cada residente de un edificio en Santiago Centro, donde dispone de todo cerca, emite en promedio 5 veces menos CO2 que el habitante de sectores periféricos o que tiene que trasladarse a otras comunas. Cada habitante de este mismo edificio tiene en promedio 42 minutos más por día frente al residente promedio del Gran Santiago.    

El gasto energético por desplazamiento representa una parte significativa del consumo energético de una población. El sector del Transporte es responsable de un tercio del consumo energético del país y causante de un 23% de las emisiones de efecto invernadero. La densificación permite disminuir estos desplazamientos diarios y reducir el gasto energético asociado, promoviendo un estilo de vida más sostenible.     

Adicionalmente, el gasto económico derivado de estos desplazamientos es creciente para las familias y la ciudad. El estudio del BID de 2021 “Congestión Urbana en América Latina y el Caribe”, reveló que en Santiago se pierde 1,04 por ciento del PIB anual por cada persona que se enfrenta a una congestión vehicular, mientras que el costo anual es de US$1.406 millones.

Los barrios verticales ayudan a mitigar este impacto económico, al acercar servicios y actividades a los hogares. Tenemos un problema de falta de construcción vertical. El desarrollo sustentable requiere de un crecimiento en altura, equilibrado y consciente. Es hora de dejar de idealizar la ciudad extendida como solución urbana, vencer el temor asociado a la densificación y reconocer sus múltiples beneficios. La densificación nos brinda ciudades más amigables con el entorno, promoviendo el transporte a pie y una vida activa en barrios compactos.

Oponerse a la densificación es una pésima política urbana que trae en la mayoría de los casos peores consecuencias que el mal que pretende evitar. Superemos los prejuicios e impulsemos esta transformación positiva para nuestras ciudades y nuestro planeta.  

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