Por: Fernando Zamorano, CEO y Fundador de Tu Hipotecario y ZC Kapital Corredora de Créditos Comerciales.
En Chile, alrededor del 10% de la población adulta no tiene acceso a servicios financieros formales, un fenómeno conocido como “no bancarización”.
A nivel global, este porcentaje es aún más alarmante, alcanzando un 31% según el último Informe de Inclusión Financiera del Banco Mundial. Esta falta de acceso a la banca no solo priva a las personas de servicios esenciales, sino que perpetúa la desigualdad económica y limita las oportunidades de desarrollo personal y colectivo.
Las causas detrás de la no bancarización en Chile son variadas. Entre ellas, destaca la falta de educación financiera, los bajos ingresos, la inestabilidad laboral y las dificultades para acceder a servicios en áreas rurales o marginadas. A esto se suma la desconfianza generalizada hacia el sistema financiero, alimentada por experiencias previas de morosidad, incumplimiento de contratos, sobreuso de crédito y, en muchos casos, fraude financiero.
Frente a este escenario, es urgente implementar soluciones integrales. La educación financiera, sin duda, juega un papel crucial. No basta con enseñar cómo manejar el dinero; es fundamental generar una cultura de responsabilidad financiera, que permita a las personas tomar decisiones informadas y conscientes sobre sus finanzas.
Además, las entidades financieras deben adaptarse a las necesidades de esta población marginada. Se deben diseñar productos financieros accesibles y flexibles que consideren a aquellos que han caído en default o tienen un mal historial crediticio. Igualmente, es crucial que se amplíe la cobertura de servicios en áreas rurales o marginales, donde el acceso a la banca es limitado o inexistente.
La tecnología también debe jugar un rol protagónico en la inclusión financiera. Soluciones innovadoras como la banca móvil o incluso servicios a través de WhatsApp pueden abrir las puertas a millones de personas que actualmente están fuera del sistema. En un país como Chile, donde la penetración de teléfonos móviles es alta, estos canales representan una vía eficiente y efectiva para integrar a la población no bancarizada.
La no bancarización no solo afecta a los individuos, sino que también tiene un impacto negativo en el desarrollo económico del país. Reducir esta brecha es una necesidad urgente para combatir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico inclusivo. Es un desafío de alcance global, pero también una tarea que Chile debe abordar con seriedad y urgencia.
Por último, cabe mencionar el impacto del sistema de informes comerciales, como Dicom, en la bancarización. Muchas personas caen en este sistema debido a imprevistos financieros, como el desempleo o enfermedades graves que desestabilizan su presupuesto. Reintegrar a estos individuos al sistema financiero puede ser un proceso largo y complicado, con tiempos estimados que varían entre tres meses y cinco años, dependiendo de la situación crediticia y el cumplimiento de requisitos.
El camino hacia la inclusión financiera es largo, pero no imposible. Con la colaboración de las entidades financieras, el sector público y la sociedad civil, es posible reducir la brecha de no bancarización y avanzar hacia un Chile más inclusivo y equitativo.