Por: Fernando Zamorano, CEO y Fundador de Tu Hipotecario y ZC Kapital Corredora de Créditos Comerciales. Director Comercial Mercados Inmobiliarios.
América Latina, y en particular Chile, enfrenta una oportunidad histórica para posicionarse como líder en innovación y tecnología.
La expansión de hubs tecnológicos y centros de datos en la región no solo es un motor de crecimiento económico, sino también una plataforma clave para el desarrollo de conectividad, digitalización y acceso a nuevas tecnologías.
Con actores globales como Google, Amazon Web Services y Microsoft Azure invirtiendo en Chile y otros países de la región, es evidente que el potencial está sobre la mesa, pero el camino no está exento de desafíos.
La ubicación estratégica de Chile, sumada a su estabilidad política y económica, ofrece un terreno fértil para la atracción de inversiones tecnológicas. Además, su ecosistema emprendedor, en constante crecimiento, refuerza el atractivo para empresas internacionales.
Sin embargo, para que esta oportunidad se traduzca en una transformación concreta, es imprescindible superar obstáculos relacionados con infraestructura, regulación y talento humano. La mejora de redes de alta velocidad y conectividad es un punto clave, así como el establecimiento de normativas claras que garantizan seguridad jurídica y operativa para los inversionistas.
Uno de los pilares fundamentales para sostener esta revolución tecnológica es el desarrollo de habilidades específicas en la población. La formación de talento humano en áreas tecnológicas es una deuda pendiente en la región, y sin ella, corremos el riesgo de quedar rezagados frente a la demanda global.
Por otro lado, la sostenibilidad ambiental y la ciberseguridad también deben ser abordadas con seriedad. La construcción y operación de centros de datos requieren un uso eficiente de energía y recursos, mientras que el resguardo contra ciberataques es crucial para garantizar la confianza en estos proyectos.
Los beneficios de consolidar a Chile y LATAM como líderes en hubs tecnológicos son incuestionables. Además del crecimiento económico y la generación de empleo, se espera una mejora en los servicios digitales y la conectividad. También se abre la puerta a la innovación y al emprendimiento, diversificando las economías locales y aumentando el acceso a tecnologías emergentes.
Pero estos beneficios no llegarán por sí solos; se requiere una acción coordinada entre gobiernos, empresas y academias para establecer políticas públicas favorables, fomentar la colaboración y promover la formación tecnológica.
Finalmente, la promoción de alianzas regionales es clave. Compartir experiencias y conocimientos con otros países de la región puede acelerar la curva de aprendizaje y fortalecer la posición de América Latina en el mapa global de la tecnología. Chile tiene la posibilidad de liderar este cambio, pero el éxito dependerá de la capacidad de todos los actores involucrados para trabajar con una visión común ya largo plazo.
El futuro de la región está en juego, y el desarrollo de hubs tecnológicos y centros de datos puede ser la clave para desbloquear un nuevo capítulo de progreso y modernización. Aprovechar esta oportunidad no es solo una opción, es una necesidad estratégica.