Por: Eduardo Ricci Burgos, Abogado de Negocios en COHLERS+PARTNERS
Los jardines verticales son básicamente estructuras diseñadas para cultivar plantas en superficies verticales, como grandes paredes o estructuras elevadas. Estos jardines obviamente varían en escala, desde pequeños paneles instalados en edificios hasta grandes instalaciones urbanas.
La idea principal es aprovechar el espacio vertical para crear áreas verdes y mejorar la calidad del entorno urbano. No tengo nada en contra del color gris de los edificios, pero reconozco que un poco de color colabora a una ciudad más vistosa.
Dentro de las características de este tipo de jardines, está su sostenibilidad, pues incorporan plantas resistentes y de bajo mantenimiento, ayudando a la reducción del impacto ambiental; su diseño estético, en atención a su belleza y atractivo significativo, mejorando la estética urbana y la calidad visual de los espacios; su capacidad de aislamiento térmico y acústico, ayudando a regular la temperatura en edificios y reduciendo además el ruido ambiental; la capacidad de mejorar la calidad del aire, pues absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno, mejorando así la calidad del aire en entornos urbanos; y la conservación del agua, pues algunos de ellos utilizan tecnologías que hacen un uso más eficiente de este recurso.
Así, son innegables los beneficios de este tipo de jardines en su interrelación con las ciudades, ya que ayudan eficazmente a mitigar el calentamiento urbano, reduciendo la absorción de calor en superficies urbanas, disminuyendo el fenómeno de la «isla de calor urbano»; aumentan las áreas verdes sin ocupar espacio horizontal, especialmente en ciudades o comunas densamente pobladas; fomentan la biodiversidad, generando hábitats para distintas especies; mejoran el bienestar humano, ya que la presencia de vegetación se la suele asociar con beneficios para la salud mental y física de los residentes, reduciendo el estrés y mejorando la calidad de vida; y promocionan la agricultura urbana, permitiendo así el cultivo de alimentos y generando una fuente local de productos frescos.
Los jardines verticales ofrecen muchos beneficios para las ciudades que van más allá de lo estético, mejorando la sostenibilidad, la calidad del aire, la eficiencia energética y el bienestar en las nuevas ciudades inteligentes; pero, lamentablemente, aun no existen incentivos financieros y económicos suficientes, públicos y privados, que propicien su uso en los proyectos inmobiliarios.
Resulta lamentable que, en ciudades donde las áreas verdes escasean, en donde el valor del suelo es altísimo, no surjan incentivos, subsidios y beneficios fiscales para proyectos inmobiliarios en donde los jardines verticales sean una alternativa viable, oportuna y necesaria.