Por: Tracy Dustan, Commercial Manager y Real Estate Technology Bheed
¿Han escuchado esa frase de «el tiempo es oro»? Bueno, parece que en Chile lo cambiamos por «el tiempo es trámite». Los permisos sectoriales son el ejemplo perfecto de cómo la burocracia puede convertir hasta el proyecto más simple en una carrera de obstáculos interminable. Y no, no es solo un drama de las grandes empresas; esto afecta a todos: desde las inmobiliarias gigantes hasta el emprendedor que solo quiere construir sin perder la cordura (ni el presupuesto).
La Ley Marco de Autorizaciones Sectoriales viene con promesas grandes: reducir los tiempos de tramitación entre un 30% y un 70%. Suena como música para los oídos de cualquiera que haya esperado meses (o años) por un permiso. ¿Un sistema unificado de información? ¡Por fin! ¿Plazos obligatorios para que el Estado cumpla? ¡Un milagro moderno! Pero seamos realistas: en este país, muchas veces el papel aguanta todo… excepto la ejecución.
Y ojo, no es solo un tema de eficiencia; es un problema que afecta la economía completa. Si los permisos se demoran eternidades, no hay inversión. Si no hay inversión, no hay empleo. Y si no hay empleo, seguimos viendo cómo los precios de las viviendas suben mientras la oferta no alcanza para cubrir la demanda. Es un círculo vicioso que necesita romperse ya.
Además, ¿quién se asegura de que esta ley no sea otra promesa más que queda atrapada en el limbo? Las reformas son geniales en teoría, pero su éxito depende de que todas las partes involucradas cumplan su rol. El Estado, las empresas y los gremios deben alinearse para que esto no termine siendo otro parche mal puesto en un sistema que necesita cirugía mayor.
Entonces, ¿aplaudimos la intención? Claro. Pero aplaudir no basta. Necesitamos resultados reales, tangibles y rápidos. Porque si algo sabemos en este rubro es que el tiempo perdido es plata perdida. Y ya no podemos darnos el lujo de seguir jugando con eso.
En resumen, queremos menos promesas y más acción. Porque los que estamos en el terreno sabemos que no necesitamos más trámites, sino soluciones reales que beneficien a todos. Ahora, crucemos los dedos para que esta vez sí sea el cambio que esperamos… aunque yo sigo manteniendo mis expectativas moderadas