Por: Eduardo Ricci Burgos, abogado de Negocios COHLERS+PARTNERS
La industria de la construcción (sustento del negocio inmobiliario) es responsable de aproximadamente el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global, además de tener un impacto significativo en el consumo de agua y la generación de residuos.
Así, a medida que los consumidores se vuelven más conscientes de los problemas ambientales, los desarrolladores inmobiliarios han comenzado a etiquetar sus proyectos como «sostenibles», “sustentables” o «ecológicos» para atraer a un mercado más amplio. Sin embargo, esto a menudo se hace sin un análisis riguroso del impacto real de estas afirmaciones, lo que puede llevar a una percepción errónea de sostenibilidad, sustentabilidad otros conceptos asociados.
En los últimos años, el sector inmobiliario ha experimentado un creciente interés en prácticas sostenibles, sustentables y respetuosas con el medio ambiente. Por su parte, los consumidores, cada vez más conscientes del impacto ambiental de sus decisiones, buscan opciones que promuevan la sostenibilidad y reduzcan el daño al entorno. Sin embargo, en este camino hacia la construcción y promoción de proyectos inmobiliarios responsable, ha surgido una nueva preocupación significativa: el greenwashing.
El greenwashing, o lavado verde, es una práctica engañosa en la que las empresas presentan sus productos o servicios, como más sostenibles, sustentables, ecológicos, etc., de lo que realmente son. En la industria inmobiliaria, esta tendencia ha cobrado relevancia debido al creciente interés por la sostenibilidad y la presión del mercado para adoptar prácticas más ecológicas. No estoy efectuando una denuncia, sino solo levantando las alertas a todo el negocio y la industria.
En este escenario, se presenta la tentación de aprovechar los atributos de sustentabilidad, sostenibilidad o ecológicos del proyecto o del inmueble para poder captar con mayor facilidad la atención de potenciales clientes, sin necesariamente haber hecho el análisis del verdadero impacto que generaría la consideración de cada atributo, y mientras esto no se regule, bien podríamos encontrarnos con proyectos inmobiliarios que se consideren respetuosos del medio ambiente sólo por el hecho de instalar un cargador de autos eléctricos en su estacionamiento o poner recolectores de basura diferenciados. Eso, no es ser sostenible, sustentable y/o ecológico.
A medida que crece el interés por la sostenibilidad en el sector inmobiliario, también aumenta el riesgo de que los desarrolladores caigan en prácticas de greenwashing, presentando proyectos como ecológicos sin un análisis riguroso de su verdadero impacto ambiental. Esta tendencia no solo engaña a los consumidores, sino que también socava los esfuerzos genuinos por reducir las emisiones y promover un desarrollo sostenible.
Así pues, el greenwashing en la industria inmobiliaria representa un desafío significativo que puede socavar los esfuerzos genuinos hacia la sostenibilidad, sustentabilidad y protección del medio ambiente. Es fundamental que la industria adopte un enfoque más transparente y que se implementen regulaciones claras para evitar que la etiqueta de «sostenible» sea utilizada de manera superficial y engañosa, asegurando así que los proyectos realmente contribuyan a la protección del medio ambiente. Es por ello que la adopción de prácticas transparentes, la educación del consumidor y la regulación adecuada son pasos cruciales para combatir esta problemática y promover un desarrollo inmobiliario verdaderamente sostenible y sustentable.