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enero 7, 2025 4:51 pm

“Smart Cities” ¿Son o se hacen inteligentes?

Por: Eduardo Ricci Burgos, Abogado de Negocios en COHLERS+PARTNERS

La mitad de la población mundial se concentra en el 2% de la superficie del planeta, en donde las ciudades consumen el 75% de la energía que se produce y, al mismo tiempo, se libera el 80% de las emisiones de CO2. Asimismo, se prevé que en el 2050 un 85% de la población mundial viva en ciudades. Para esa misma época, según la OCDE, si no se toman medidas drásticas, el crecimiento económico y demográfico tendrá un impacto medioambiental y social sin precedentes.

Teniendo en cuenta que la mayoría de la población se concentrará en las grandes ciudades, se hace indispensable superar el desafío de los más de 2.000 millones de habitantes adicionales para 2050, por lo que en las décadas que se vienen, las ciudades tendrán que enfrentarse a un creciente número de dificultades relacionadas a este hecho, tales como el abastecimiento de energía, las crecientes emisiones de CO2, el hacinamiento, la planificación vial y del tráfico de vehículos, la obtención de bienes y materias primas, así como el acceso a servicios sanitarios y de seguridad pública para quienes vivan en estas urbes.

Estos factores y la certeza de la escasez o limitación de los recursos, unido al impulso que ha tenido la tecnología, ha dado paso a la concepción de las ciudades inteligentes o “Smart Cities” con el objeto de crear ciudades sostenibles económica, social y medioambientalmente, como una real solución a este importante dilema al que se ve actualmente enfrentada la población mundial.

Pero ¿qué es una ciudad inteligente? ¿qué define que una ciudad sea inteligente?

En términos generales, son aquellas en las que se aplican las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) con el objetivo de proveerlas de infraestructuras que garanticen un desarrollo sostenible, un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos, una mayor eficacia de los recursos disponibles y finalmente, una participación ciudadana activa.

En suma, y para poder dar respuesta a estas interrogantes, así como a los nuevos retos que presenta este tipo nuevo de ciudad, las smart cities pretenden ser ciudades con “valor agregado”, esto es, la combinación de personas, tecnología y creatividad para hacer más sostenible y eficiente a cualquier ciudad del mundo.

Se han señalado muchos modelos ideales de una ciudad inteligente, pero en resumen, ella se basaría, principalmente, en los siguientes aspectos:

En la generación distribuida o descentralizada de energía eléctrica mediante muchas pequeñas fuentes de generación instaladas cerca del punto de consumo y basada en la cooperación entre la microgeneración y la generación de las centrales convencionales.

En el uso de una red de distribución eléctrica inteligente, permitiendo, entre otras cosas, que las viviendas y los distintos negocios puedan convertirse en un momento dado en pequeños productores de electricidad y no ser solo consumidores como hasta ahora.

Asimismo, contar con la medición inteligente de los datos de gasto energético de cada usuario, a través de un medidor eléctrico digital que recopila información sobre el uso de la energía en tiempo real y la envía de forma segura al centro de operaciones y control.

Adicionalmente, la construcción o rehabilitación de edificios inteligentes y el empleo de la domótica, en sus instalaciones y sistemas de climatización, iluminación, seguridad, telecomunicaciones, multimedia, informática, control de acceso, etc., permitiendo una gestión y control integrada, automatizada, segura, accesible y eficiente energéticamente. El uso de sensores inteligentes para recopilar los datos necesarios para el usuario y la administración pública, manteniendo la ciudad conectada e informada en tiempo real.

Por otro lado, el empleo y desarrollo del eMobility, mediante la implementación de distintas energías o combustibles no contaminantes, así como la coordinación, combinación e incentivo de sus diversos tipos.

A lo anterior, debería sumarse la implementación de la red eléctrica a través de wifi en la que los ciudadanos y las entidades administrativas pueden participar activamente en el control de la ciudad, mediante el uso de aplicaciones de telefonía móvil, entre otras.

Lo importante de todo esto, es que las Smart Cities no solo se conciben y nacen o se crean de esta forma; sino que pueden también ser transformadas en este sentido. Así, este concepto no solo se centra en los nuevos proyectos de crecimiento urbano bajo el slogan de la ciudad del futuro, sino que se dirige también a la transformación y/o adecuación de las actuales ciudades en ciudades inteligentes mediante diversas iniciativas que combinen la innovación, la eficiencia y sostenibilidad energética.

Sin embargo, esta adecuación o tránsito hacia ser o convertirse en una ciudad inteligente, requiere, de una planificación urbana y gestión pública adecuada, acorde y en dirección a dicha transformación, pues de nada sirve la adopción de medidas urbanísticas paliativas o incoherentes que no conversen entre sí en una visión global y completa del tipo de ciudad que se desea tener. Es inútil hablar de eficiencia energética si no se adoptan los medios idóneos para ello.

El fomento de una gestión pública eficiente también debe ser inteligente. Se sabe que las necesidades son muchas y los recursos escasos. Por ello, dicha eficiencia en orden a una mayor eficacia debe estar dada en priorizar adecuadamente aquellas medidas que sean necesarias y conducentes a la obtención de los resultados deseados.

Pero por sobre todo, se necesita de ciudadanos comprometidos e involucrados con estos cambios, en la que son sin duda la parte fundamental de este tipo de ciudades, pues sin su participación activa no resultaría posible llevar a cabo estas iniciativas.

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