Un Gobierno, Justicia territorial e infraestructura sobre rieles

Durante décadas, vivir en el extremo sur o poniente de Santiago fue sinónimo de exclusión. Para muchas comunas, el desarrollo era una promesa que llegaba en micro amarilla, tarde y repleta.

Mientras algunas zonas de la ciudad acumulaban parques, hospitales y líneas de Metro, otras aprendieron a resistir con lo justo, sabiendo que el tiempo —ese derecho negado— no jugaba a su favor.

Por eso, el anuncio del Presidente Gabriel Boric sobre la extensión del Metro a comunas históricamente postergadas como La Pintana, San Bernardo y Lo Espejo, no es solo una noticia de infraestructura: es una señal de justicia territorial.

En palabras simples, justicia territorial significa acortar las distancias que no se miden en kilómetros, sino en oportunidades. Es dar dignidad a la movilidad, al acceso equitativo a servicios y al derecho a vivir en un barrio donde el futuro también tenga estación.

Que el Metro llegue a La Pintana, por ejemplo, no sólo conectará a sus vecinos con el resto de la ciudad; conectará también sus trayectorias de vida con posibilidades reales de trabajo, estudio y cultura, sin depender de viajes interminables.

La desigualdad en Chile no se dibuja solo con gráficos de ingresos, sino también con mapas. Hay comunas que han sido olvidadas por décadas, y ese olvido se expresa en calles de tierra, en ausencia de centros de salud especializados, en tiempos de traslado que duplican los de otras zonas. Por eso, decisiones como estas no pueden verse como obras aisladas, sino como parte de una política pública consciente de que el desarrollo debe ser equitativo o simplemente no es desarrollo.

Por supuesto, no basta con anunciar estaciones. La justicia territorial se construye con planificación participativa, inversión sostenida y diálogo con las comunidades. Las nuevas líneas del Metro deben ir acompañadas de planes que fortalezcan el comercio local, la seguridad barrial, el acceso a la cultura y la protección del entorno urbano. No se trata solo de mover personas, sino de transformar vidas.

El desafío ahora es no perder el impulso. Que esta promesa sobre rieles se concrete, que las máquinas avancen, que las estaciones se levanten. Y que cuando se inauguren, no sean solo obras de concreto, sino símbolos de una ciudad que comienza, por fin, a reconocerse en toda su diversidad.

Porque una ciudad justa no es aquella donde todos tienen lo mismo, sino aquella donde nadie se queda atrás.

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junio 5, 2025 10:15 am
Jueves 5 de Junio de 2025
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