Las Salinas, entre la regeneración y la memoriaUn paño de más de 16 hectáreas frente al mar que guarda la memoria industrial de la ciudad y que hoy se levanta como símbolo de una discusión mucho más profunda: ¿cómo se construye futuro sobre un pasado contaminado?
El proyecto impulsado por Copec busca transformar este enclave histórico en un nuevo polo urbano, con áreas verdes, viviendas, espacios públicos y equipamiento. Sobre el papel, suena como una oportunidad para revitalizar una zona degradada y aportar una nueva cara al borde costero de Viña. Sin embargo, la propuesta también reabre preguntas esenciales sobre el tipo de desarrollo que el país necesita y las garantías que deben acompañarlo.
Durante años, el suelo de Las Salinas ha sido objeto de estudios, controversias y procesos de remediación ambiental. Los trabajos de limpieza, aprobados por las autoridades, pretenden habilitar el terreno para uso urbano luego de décadas de actividad petrolera. No obstante, parte de la comunidad, organizaciones ambientales y expertos urbanos mantienen sus reparos: temen que los riesgos no estén completamente mitigados y que el proyecto reproduzca el modelo de expansión inmobiliaria que tantas veces ha terminado desplazando a los habitantes y tensionando los ecosistemas costeros.
El desafío, por tanto, va más allá de levantar edificios o parques. Se trata de definir qué tipo de ciudad queremos ser. Si Viña del Mar aspira a recuperar su condición de balneario icónico, deberá hacerlo de la mano de la sostenibilidad, la transparencia y la participación ciudadana real. Un desarrollo urbano moderno no puede nacer de la desconfianza ni de la exclusión de las voces locales.
Las Salinas podría ser una oportunidad histórica: la de demostrar que Chile es capaz de transformar una herida ambiental en un ejemplo de regeneración urbana, donde la memoria industrial conviva con un nuevo relato de ciudad. Pero esa oportunidad solo se materializará si las decisiones se toman con mirada larga, rigor técnico y un profundo respeto por la comunidad que habita y siente ese territorio.
Porque el futuro de Las Salinas no se juega solo en planos ni maquetas: se juega en la credibilidad de nuestras instituciones, en la confianza ciudadana y en la forma en que elegimos habitar el borde costero.





