Por: Eduardo Ricci Burgos, Abogado de Negocios en COHLERS+PARTNERS
La industria de la construcción en Chile atraviesa un escenario desafiante especialmente marcado por el aumento de costos de materiales, restricciones de financiamiento y menor demanda en proyectos residenciales y comerciales.
Para enfrentar estas dificultades, es crucial adoptar un enfoque innovador en la industria que fomente la sostenibilidad, optimice recursos y se adapte a las necesidades actuales del mercado.
La digitalización y el uso de tecnologías innovadoras como el Building Information Modeling (BIM) pueden transformar la planificación y ejecución de proyectos, reduciendo costos y tiempos. Este enfoque permite prever problemas antes de construir, optimizando el uso de materiales y minimizando desperdicios. La automatización en procesos constructivos, como el uso de impresión 3D para estructuras, también puede reducir significativamente los costos de mano de obra y tiempo.
Por otro lado, incorporar materiales reciclados o de bajo impacto ambiental, como hormigón reciclado o madera laminada, no solo reduce costos a largo plazo, sino que también mejora la percepción de los proyectos en términos de sostenibilidad. Además, implementar principios de economía circular, reutilizando materiales de demoliciones en nuevas construcciones, contribuye a la eficiencia económica y ambiental.
A mayor abundamiento, la construcción modular ofrece soluciones rápidas y económicas, especialmente en viviendas sociales y proyectos comerciales. Al fabricar componentes en entornos controlados, se reducen desperdicios y costos asociados al tiempo en obra, contribuyendo también a una mayor sostenibilidad ambiental.
Dentro de este contexto, el sector público puede desempeñar un rol clave en la reactivación económica mediante incentivos fiscales, financiamiento a tasas preferenciales y la promoción de proyectos de infraestructura que generen empleo. Las alianzas público-privadas son una herramienta eficaz para movilizar inversiones, especialmente en proyectos que beneficien tanto al sector privado como a la comunidad.
Con la demanda de viviendas en aumento, especialmente en segmentos vulnerables, enfocarse en proyectos de viviendas sociales y asequibles puede revitalizar el sector. Esto requiere trabajar con modelos de construcción modulares y prefabricados, que reduzcan tiempos y costos.
Por otro lado, y en lugar de grandes desarrollos, apostar por proyectos más pequeños y enfocados en nichos de alta demanda, como viviendas asequibles o espacios coworking en zonas emergentes, puede ser una estrategia efectiva para mantener la actividad en tiempos de contracción económica.
Así pues, en un entorno económico volátil, la gestión eficiente de riesgos es esencial. Desarrollar una planificación robusta que considere fluctuaciones en precios de materiales, tipos de cambio y financiamiento, ayudará sin duda a garantizar la viabilidad de los proyectos a largo plazo y a hacerlos atractivos a los compradores e inversionistas.
Finalmente, la resiliencia del sector de la construcción en nuestro país dependerá de su capacidad para reinventarse, adoptar tecnologías innovadoras, creativas y colaborar con los actores clave del negocio; por ello, el desafío actual requiere un enfoque colaborativo.
La creatividad y la sostenibilidad son la base para superar las barreras actuales y construir un futuro sólido para la industria, posicionando a la construcción como líder en adaptación y resiliencia.