Desde pequeñas heladerías artesanales hasta franquicias de renombre, los espacios destinados a la venta de este dulce deben cautivar a los clientes desde el primer vistazo, apelando a sus emociones y sentidos.
Por: Equipo Mercados Inmobiliarios
El helado no solo se saborea, también se vive. En un mundo donde la experiencia gastronómica está profundamente influenciada por el entorno, la decoración y el diseño juegan un papel fundamental en la percepción del producto.
Según principios del neuromarketing, la elección de colores, la iluminación y la disposición de los productos pueden determinar la percepción del sabor e incluso la frecuencia de compra. Tonos pastel evocan sensaciones de frescura y suavidad, mientras que colores vibrantes pueden estimular el antojo y la energía. El uso estratégico de materiales como la madera y el vidrio refuerza la idea de lo artesanal y premium, generando confianza en la calidad de los helados.
El concepto de «heladerías instagrameables» también ha cobrado relevancia. Diseños innovadores, murales coloridos y una presentación impecable de los productos invitan a los clientes a compartir su experiencia en redes sociales, convirtiendo a cada visitante en un embajador de la marca. Ejemplos internacionales como el Museo del Helado en Nueva York o Coolhaus en Los Ángeles han llevado este concepto al extremo, integrando diseño arquitectónico y estrategias visuales que refuerzan la identidad de sus productos.
En Chile, este fenómeno también ha impactado el rubro, y la reciente competencia «Mejor Helado del Verano 2025» organizada por la Asociación Gremial de Industriales del Pan de Santiago (Indupan) y la Escuela Internacional Artebianca lo confirmó. No solo se premió la calidad del producto, sino también la experiencia integral que cada heladería ofrece a sus clientes.
El gran ganador de esta edición fue Di Lusso Gelato, una heladería ubicada en Las Condes que conquistó al jurado con su exquisita combinación de helado de chocolate y sorbete de frutos rojos. Más allá de su sabor excepcional, su local también destaca por su sofisticado diseño, donde los tonos tierra y la iluminación cálida refuerzan la sensación de calidad y autenticidad.
Felipe Brant, fundador de Di Lusso Gelato, compartió su visión tras recibir el galardón: «Siempre hemos apostado por ofrecer una experiencia completa, desde la presentación del helado hasta el ambiente de nuestro local. Este premio nos impulsa a seguir innovando y explorando nuevas formas de cautivar a nuestros clientes».
El segundo lugar fue para Gelatería Nicolassa, en San Miguel, un espacio donde el diseño rústico y la inspiración vintage evocan la tradición de la heladería artesanal. En tercer puesto se ubicó Patagonia Schokoland, en Las Condes, con una propuesta visual que combina elementos de la naturaleza y la sofisticación europea.
Con una gran convocatoria y un alto nivel de competencia, el certamen reafirma la importancia de la combinación entre sabor y entorno. Porque, al final del día, el mejor helado de Santiago no solo se distingue por su calidad, sino también por la experiencia sensorial que ofrece desde el primer momento.